Finales del año 12
10Ka, 50Ma.
Río Wiz, Bajo Mundo.La noche resultó ser fresca, una temperatura que no era ni demasiado alta ni demasiado baja. El cielo no estaba manchado de púrpura o verde, sino que poseía un azul profundo muy natural de Korbe o Jadre. Incluso se veía la luna llena, tan radiante como si las horas siguientes fueran a tornarse largas.
Pero a pesar de las condiciones idílicas del entorno, la princesa del Bajo y Alto Balgüim sentía que su vida había dado una especie de giro de trescientos sesenta grados. Se había librado de un verdugo para quedarse con otro, técnicamente estaba en el mismo sitio que cuando comenzó su esclavitud: una moneda apostada a un propósito deshonroso.
Tenía una vaga noción de cómo la habían sacado de la hacienda. Una espada con fulgor legendario, cadenas rotas, y una especie masculina de aspecto peculiar que la tomó delicadamente entre sus brazos fuertes y cálidos para caminar con su peso a cuesta hasta algún destino. El olor a carne quemada le había llegado a la nariz, pero no tenía fuerzas para abrir los ojos e investigar, todo le daba vueltas en la cabeza y apenas tenía consciencia de lo que pasaba. Cuando pudo decir una palabra fue contradecida:
«He matado a tu tío. Yo soy el nuevo Maltazar ahora.»
Y después de escuchar eso, en la comodidad de aquellos brazos vigorosos cubiertos de telas finas, preciadas para cualquier irlendiés por lo costoso de su textura, y absorbiendo un aroma endulzado que debía haber valido diez fortunas piratas, se sumió en un sueño profundo.
Cuando despertó ya no habían rastro de los brazos, tampoco el perfume, solo un cuartucho vacío y oscuro que se movía por el bamboleo del viento. Algunas ventiscas entraban por la ventana alta, al igual que la única luz, proveniente de la luna, permitiendo que ella tuviera noción del lugar. Aunque si hubiese carecido hasta del brillo lunar, Isis de todas maneras hubiese podido detallar la estancia. Era una princesa oscura, y aunque albina, seguía perteneciendo al clan, su capacidad para ver en la oscuridad y discernir entre las sombras era indiscutible y natural.
Vio a su lado una cama y se preguntó el porqué no la habían puesto allí, en vez de depositarla en el suelo duro en el que ahora reposaba, en una posición incómoda además. Estaba amarrada a un mástil de madera, una áspera soga sujetaba sus manos hacia atrás, manos que estaban previamente lastimadas por los grilletes de Greendomain. El mástil atravesaba el bajo techo del cuartucho, alzándose a la superficie del barco. Pero su vista se enfocó en la criatura que entró por la puerta, con el mentón muy en alto y andares seguros. Se trataba de una turia, que la examinó de arriba abajo con ojos crueles de largas pestañas.
—Así que tú eres la hija de Dlor —dijo suspicaz—. No te pareces a tu tío.
Isis se limitó de hablar. No iba a responder a las provocaciones de una turia pirata, ya que su vestimenta y descaro al expresarse confirmaban que de los tripulantes, era una con alto cargo. ¿Qué querría conseguir al provocarla? Isis no estaba segura.
Aracnéa, no acostumbrada a que se le ignorase, se agachó para apretar con rabia el rostro de la princesa, como si esta le hubiese dedicado un agravio imperdonable.
—Sé que te consideras insuperablemente bella pero no durarás nada allá arriba —susurró airada la mujer-araña—. Los piratas te van a dejar tan maltrecha..., mucho peor de lo que te pudo haber dejado El Verde, que no servirás ni para limpiar la cubierta y Maltazar no hará otra cosa más que deshacerse de ti.
Siguió sin haber respuesta por parte de Isis, que se propuso continuar en silencio todo lo que pudiera. Aracnéa se incorporó.
—Deberías haberte quedado con el resto de los esclavos sin lengua en Greendomain, recogiendo las cenizas de los cadáveres.
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LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIA
Fantasia3️⃣ ⚜TERCER LIBRO DE LA SAGA LEGENDARIOS⚜ La belleza es poderosa, pero una buena dama conoce el peligro que se esconde detrás de la belleza. Y ahora el peligro es una bestia, convertida, forjada por el poder de las estrellas en algo que no era. Si a...