Año 11
10Ka, 50Ma.
Bajo Balgüim.La espera parecía cada vez más larga. Maya se había acostumbrado a las lentas horas del mundo oscuro. El pasar del tiempo en Balgüim era tan irrelevante que no existían relojes. El clan dividía los días por la luna, que se hacía más grande o más chica según el horario. Como en el alcázar y en el resto de aldeas se ingerían alimentos dos veces al día, no había forma de calcular cuando correspondía a mañana, tarde, noche o madrugada. Solo luna chica para la primera comida y luna grande para la segunda. El astro era el único pronóstico.
Pero dicho astro estaba grande cuando Dlor y sus tropas salieron a la batalla, llevándose al príncipe consigo. Y ya estaba diminuto como un grano de cebada a punto de desaparecer del firmamento. Maya temía por Jasper, por lo que pudiera sucederle en un mundo extranjero con guerreros experimentados como los fayremses descargando su odio mientras el Príncipe de las Tinieblas apenas podía convocar su propia sombra para protegerse. Desde su conversión a bestia él solo había ido empeorando en ánimo y salud, no se alimentaba y pasaba en vela semanas completas. La española conocía sus prácticas secretas para hallar una cura, pero el envenenamiento de Dlor no se deshacía con nada de lo que Jasper probara. Ella misma había intentado sin resultados satisfactorios. Incluso había probado con muestras de sangre de Jasper mezcladas en el estanque azul. Nada. Entonces, ¿cómo podía resistir una batalla?, ¿un supuesto error merecía que Dlor le hiciera semejante atrocidad a su propio heredero?
Desde que se enteró que el ejército oscuro se estaba alistando para atacar Jadre poniendo fin a la tregua, Maya empezó a temer por el príncipe. Y según habían pasado las largas y angustiosas horas, ella no hallaba qué hacer para calmar su ansiedad. ¿Estaría sucediendo una carnicería en Jadre? Y la interrogante más latente, ¿cuántas batallas tendrían lugar hasta que llegara la paz definitiva? El rey del clan Oscuro había exigido que su emplumado hijo estuviera presente en cada batalla que se diera a partir de la primera, y Maya se propuso que independientemente de a cuál bando se inclinara su corazón, fortalecería al príncipe. Si Jasper acudía a luchar todas las veces siguientes en el lamentable estado en el que se había ido, perdería la vida en cualquier momento. Y no se lo merecía. Maya no podía permitirlo sin más, sin hacer algo para ayudarlo. Era su doncella después de todo.
Él había sido bueno con ella, por tanto, Maya no quería que muriera. Además, se estaba encariñando con ese mitad humano, mitad bestia, de una forma que jamás imaginó... Porque Jasper Dónovan era más de lo que todos pensaban, y la muchacha se alegraba de tener esa exclusiva oportunidad de descubrirlo. Podía ser obstinado la mayor parte del tiempo, y mandarla lejos cuando se sentía irritado debido a sus malestares de plumas y garras. Pero Maya sabía que en el fondo, muy en el fondo, él disfrutaba de su compañía, que apreciaba que ella le leyera cuando el desespero atosigaba su atribulada alma, y que le suministrara calmantes cuando la ardentía y escozor se volvían insoportables.
Por eso Maya se resolvió vencer la ansiedad que le producía la espera elaborando un guisado que le repusiera las fuerzas al hijo del rey; porque volvería..., ella estaba convencida que él volvería de la batalla de Jadre, vivo.
Al principio cuando acudió a la cocina del castillo, las cortesanas oscuras que allí servían se resistieron a dejarla trabajar, pero Maya insistió alegando que el propio príncipe la había autorizado antes de irse; bestia alada y todo lo demás, Jasper mantenía autoridad en el alcázar como heredero de su padre, por tanto la servidumbre no pudo ejercerle más negativa a la joven que se desempeñó contenta en una tarea que hacía mucho, muchísimo tiempo no practicaba.
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LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIA
Fantasía3️⃣ ⚜TERCER LIBRO DE LA SAGA LEGENDARIOS⚜ La belleza es poderosa, pero una buena dama conoce el peligro que se esconde detrás de la belleza. Y ahora el peligro es una bestia, convertida, forjada por el poder de las estrellas en algo que no era. Si a...