Año 13
10Ka, 50Ma.
Séptimo Cielo.Estaban a punto de adentrarse, y el hombre sin hablar, se despojó de la gruesa túnica y comenzó a desabrocharse el chaleco. Isis contuvo un suspiro cuando él sacó todas las armas que ocultaba entre sus prendas y las dejó sobre el pasto, junto a la ropa que acababa de quitarse. Después colocó su fiel y característico sombrero de pirata. La apariencia actual de Maltazar ya no era del terror de las leyendas. Ahora parecía un príncipe despreocupado, con un cabello tupido color almíbar, una sombra de barba perfilándole la mandíbula y un jubón ligero que le permitiría fundirse al viento.
Con cuánta facilidad una bestia podía dejar de aparentar lo que era. Aunque a ciencia cierta, ¿quedaría alguna parte exenta de bestialidad? ¿Un poco de ese humano del pasado, tal vez? Isis quería averiguarlo. Así que cuando él volvió a extenderle una mano, esa mano que prometía un tacto de fuego, agradable, capaz de disparar chispas a todas las venas de su cuerpo, Isis le entregó la suya.
Los primeros pasos en el campo recargado de estelas eran semejantes a flotar en la galaxia. Maltazar la alentaba a introducirse cada vez más, guiándola por la mano y mirándola de frente mientras él caminaba de espaldas al centro del campo. Parecía saberse el camino de memoria, no dudaba, no tropezaba. Tan solo observaba a la princesa con una fascinación hilarante. Isis se mordió el labio inferior para no sonreír. Toda la situación parecía hilarante, irreal, idílica...
La hija de Dlor sabía lo que era la seda tejida por turia morada, y fue lo más parecido que encontró para describir la sensación de lo que le rozaba la piel. La brisa delicada movía el espesor de la estela hacia delante y hacia atrás, y paso a paso a los cuerpos jóvenes se les adhería un polvo peculiar y traslúcido. Isis bajó la cabeza, pero no encontró sus pies. La estela lo cubría todo. Miró hacia el frente, y volvió a concentrarse en los maravillosos ojos grises que ya no poseían esa cualidad tempestuosa: se encontraban despejados y más claros, y resaltaban los lunares que adornaban el rostro masculino.
Ella apretó inconscientemente la mano que sujetaba, y él, en un movimiento rápido, la atrajo hacia sí. Y la tuvo rendida en su pecho cuando dos par de pies se encontraron en la misma trayectoria y arrastraron a ambos jóvenes hacia abajo. De esa forma, uno encima del otro, en silencio y sin prisas, dentro de un campo de estelas del Séptimo Cielo, sobre un mar de nubes y alejados de toda contaminación del alma, siguieron el oasis visual que tanto los deleitaba.
El capitán del Atroxdiom no era Maltazar en esos momentos. Allí, con una princesa de cabellera plateada que podía congelar lo que tocara cuando quisiera, que se cubría con un sencillo vestido blanco y le acariciaba la mandíbula, él volvía a ser una persona que hacía mucho tiempo había dejado de ser, una que casi se perdía entre la nueva y cruel identidad. Después de muchos, muchísimos años, la oscuridad y corrupción del organismo se despejaban, y la esencia de lo que alguna vez fue puro, luchaba por salir.
Pero él no estaba consciente del todo del efecto tan restaurador que Isis del Bajo y Alto Balgüim estaba logrando. Que ella podía ser la espada que derribara al actual Maltazar, porque poseía la sutileza para desencriptar los algoritmos sagrados que manejaban el caos y encerraban lo que quedaba de inocencia humana. Él solo se dejaba llevar por el respeto y fascinación hacia la criatura cristalina sobre su pecho, estaba hechizado dentro del sentimiento tan paralizante y a la vez, candente al punto de volverlo loco.
Había quedado atado por ella, embelesado por ella, preso por ella.
Isis entonces deslizó dos dedos a los labios de él, acongojada, curiosa, y descubrió los suaves que eran. El muchacho respiró agitado. Terreno peligroso, irreversible... No podría contenerse si ella seguía adelante, no podría hallar la calma para controlar la voracidad que emanaba su viril cuerpo.
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LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIA
Fantasi3️⃣ ⚜TERCER LIBRO DE LA SAGA LEGENDARIOS⚜ La belleza es poderosa, pero una buena dama conoce el peligro que se esconde detrás de la belleza. Y ahora el peligro es una bestia, convertida, forjada por el poder de las estrellas en algo que no era. Si a...