Año 14
10Ka, 50Ma.
Bajo Balgüim.Jasper se dirigió a la puerta y la abrió, permitiendo que Maya pasara.
—Vaya, esa capa te queda muy...
—¿Lista? —le preguntó cruzando por los ventanales que daban al pequeño balcón.
—Sí —respondió ella caminando hacia él.
Intentó no perder la compostura cuando Jasper se quedó a centímetros de su cuerpo, mirándola tan penetrante que cortaba la respiración. Del mismo modo recibió las manos del príncipe en su cintura y soltó un gemido cuando éste la apretó.
—Tendrás que sujetarte muy fuerte —recomendó ignorando el olor que desprendía la doncella.
Un olor intenso y revuelto, que aterciopelaba sus feromonas y tenía un carácter terroso y húmedo; como la lluvia cuando cae y moja los campos, como las flores abiertas en las mañanas, que se empapan de rocío.
Un olor que lo estaba volviendo loco.
Solo después de sentir que Maya le agarraba con fuerza el cuello abrió en toda su longitud las enormes alas y tomó vuelo dirigiéndose al lejano horizonte.
«Has caído entre las garras de una bestia» gritó el subconsciente de Maya
Y ella concordó que sí, que había caído irremediablemente. Pero a pesar de lo retorcido que podía parecer, ese era el único sitio de toda Irlendia donde al fin se sentía segura.
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Se encontró atónita, sin palabras. Es decir, tenía muchas, muchísimas palabras brincando y chocando en su mente, pero convencer a la garganta de escoger las adecuadas y expresarlas representaba una tarea colosal.
—Es... ¿cómo? Yo... ¿Tú..?
Jasper la había llevado a un lago congelado. Eso había pasado. Un lago que tenía las mismas dimensiones que las pistas de patinaje en las que ella solía practicar cuando vivía en la Tierra. Y por más, de alguna intrincada parte, el Príncipe de las Tinieblas le había conseguido unos preciosos patines y se los había entregado en silencio. Y al tenerlo entre manos..., la española parpadeó varias veces. No se trataba de unos preciosos patines, eran sus patines, de sus favoritos porque se los había regalado Mateo en el aniversario cinco de su hobby artístico.
Con razón Maya estaba impactada, muda.
—Podemos quedarnos aquí eternamente —habló Jasper por lo bajo—. O puedes inspeccionar la solidez del hielo.
Era una oferta imposible de rechazar. Maya no lo pensó más. De hecho, estaba tan anonadada que no resolvió el conflicto léxico que operaba en su mente y garganta. Tan solo se amarró los patines y fue a deslizarse sobre lo que hacía tiempo añoraba y de lo que ya había perdido la esperanza de volver a probar.
Fue cuando la fantasía sostuvo a la española, y todos los sinsentidos de Irlendia parecieron pequeños. Lo que sentía en ese momento era libertad, bendita libertad. Volver a patinar le produjo una sensación indescriptible, como volar sin alas, llegar a lo más inaccesible usando el poder de la danza, el hielo y los pies.
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LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIA
Fantasy3️⃣ ⚜TERCER LIBRO DE LA SAGA LEGENDARIOS⚜ La belleza es poderosa, pero una buena dama conoce el peligro que se esconde detrás de la belleza. Y ahora el peligro es una bestia, convertida, forjada por el poder de las estrellas en algo que no era. Si a...