⚓️36⚓️ EL AMOR NO ES POSESIÓN

205 55 92
                                    

Finales del año 15.
10Ka, 50Ma.
Mar Nórtico, Balgüim.

Maltazar también se había quedado dormido. Él no había necesitado infusión de defán para que el sueño lo venciera pues las horas en vela así como la preocupación habían sido cargados somníferos. Y la penumbra del camarote, la suavidad de la cama y la relajación de tener a una Isis curándose entre sus brazos fue justo la utopía que necesitaba para dormir plácidamente.

Se despertó sin embargo, antes que su esposa. Le quitó el vendaje y comprobó alentado que la herida estaba cicatrizando. Untó más pomada y volvió a vendar con gazas limpias el pie. Besó la blanca coronilla, acomodando después el resto de la melena sobre el colchón; la misma ya era tan larga que podía cubrir el suelo como una alfombra. Maltazar luego se vistió galantemente para salir a la proa y dar las instrucciones correspondientes.

La oscuridad del entorno era bien conocida por el capitán y su tripulación, y a pesar que entre ellos existía diferencia de clanes, todos estaban acostumbrados a las características de Balgüim, así que ninguno se impacientó por partir. Maltazar recibió información valiosa de sus piratas acerca de un contrabandista dispuesto en un pueblo lejano y cedió el permiso al doctor Minko para una breve expedición por la zona con objetivo de recoger raíces y plantas que pudieran serle útiles para sus experimentos.

El xariano sabía que ya una vez puesto un pie en el Atroxdiom y siendo un declarado pecador, no podría escapar nunca jamás. Pero no se agobiaba al respecto porque al fin había encontrado la solución perfecta a sus problemas: un refugio eterno del gobierno xariano. Podría bajar a tierra firme de vez en vez a recoger útiles exóticos para sus investigaciones, tendría un tranquilo camarote para sus estudios y podría poner en práctica sus locuras con víctimas que le trajesen los piratas en sus pillajes. Maltazar también sabía que su nuevo tripulante se había quedado conforme con el trato silencioso.

Cuando hubieron transcurrido otros sucesos de menor interés, el nuevo contramaestre le anunció al capitán que la reina estaba de pie en la plataforma de proa. Maltazar tuvo que comprobarlo con sus propios ojos, obteniendo la maravillosa visión de una Isis muy recuperada, erguida y con buen semblante de pie en el exterior del barco. El hombre se estremeció, porque ella se había vestido con un conjunto nuevo, de esos de los tantos que él había conseguido en motines o directamente comprado con la fantasía que Isis los modelara para él. Tenía el color del hielo, con cintas transparentes que hacían la función de cortas mangas y se unían en el esbelto pecho. De allí dos piezas de un azul muy claro se deslizaban hacia abajo, moviéndose según se le antojase al viento. La falda azul tenue del vestido era larga y suelta.

A Maltazar se le secó la boca, y no solo por el deseo natural que provocaba Isis, sino porque el remedio del xariano realmente había surtido rápido efecto. Totalmente anonadado, se acercó a ella y le tomó la mano para besar el dorso.

—Reina mía. —dijo e Isis esbozó una ligera sonrisa—. Me alegra que te sientas en condiciones de estar fuera de cama, pero es demasiado pronto para usar el pie.

Ella miró el vendaje que sobresalía del cómodo calzado que había escogido.

—Yo misma he cambiado el último vendaje. La herida está casi cerrada y no me duele. —Miró al capitán con dulzura, luego se enfocó en la conocida oscuridad de Balgüim—. Llevo años sin pisar mi mundo. Tenía... tenía que respirar su esencia. —Cerró los ojos e inspiró.

A Maltazar se le ocurrió una idea que no hubiese sido llevada a cabo si ella no le hubiese asegurado que se sentía bien. Además de que su mejoría era visible.

LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora