❄️24❄️ SU CONSTITUCIÓN

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Año 14.
10Ka, 50Ma.
Bajo Balgüim.

Jasper se había quedado profundamente dormido. La luna era muy pequeña en el cielo, el menor tamaño posible. La temperatura había bajado vertiginosamente y los vientos soplaban violentos, parecía que una tormenta de nieve llegaría de un momento a otro.

Maya cerró los ventanales que daban al pequeño balcón antes que el clima empeorara. Aún con todo cerrado, el silbido del viento se escuchaba tan fuerte que la muchacha supuso que la nevada sería de las peores de ese año. Echó un vistazo a Jasper que mantenía la misma postura relajada desde que se había dormido. Verlo así, sin retorcerse de dolor, sin la molesta tos y sin sangrar por alguna extremidad, era revitalizante para Maya, a ese punto le calaba el príncipe y lo que le pasaba.

La española debía bajar a realizar las pocas tareas que comprendían su rutina, pero no quería dejarlo solo, y por un día que no bajara, no iba a perder notoriedad. Es más, Maya sabía que para los cortesanos oscuros ella representaba un estorbo humano y no una ayuda, todos estarían más cómodos en sus quehaceres sin tener que topársela por ahí. Y era la doncella personal del heredero, ¿qué mejor forma de cumplir su propósito que quedándose junto a él?

Por tanto Maya hizo lo único que podía hacer estando Jasper dormido en su cama: tumbarse al lado.

De estar consciente, él jamás lo hubiese permitido. Solía ser tan hosco y huraño... Pero Maya recordaba su híper sensibilidad, el miedo que podía producirle cualquier roce porque las consecuencias sobre la piel le batían las hormonas de un modo al que no estaba acostumbrado. Jasper podía aparentar ser una bestia ruda, pero era muy inocente respecto a lo que comprendía la interacción íntima.

La muchacha se acostó con cuidado sobre parte del ala izquierda, puesto que su cama no era grande y ambas alas abarcaban los espacios e incluso se salían por fuera. Jasper no se movió, así de profundo era su descanso. Para Maya fue un alivio que su poción hubiese logrado el efecto deseado. Él tenía los ojos cerrados sin apretarlos, sin tensión, y su respiración continuaba regular, la subida y bajada del pecho en un ritmo sosegado. Incluso, los labios estaban ligeramente despegados, sin llegar abrirse del todo.

Entonces Maya se dio cuenta la belleza que acaparaba aquella imagen. Si hubiese sabido pintar para plasmarla... Podía ser trabajoso capturar la belleza etérea con elementos tan grotescos, pero esa era la magia de la pintura, mostrar cosas estrafalarias con un mensaje artístico que solo un ojo profundo pudiera apreciar. Y de este modo transmitir la belleza.

Quizás lo intentara un día. ¿De qué otra forma se podía mantener una imagen tan hermosa, quieta, revitalizante? Cómo deseaba que las circunstancias fueran otras..., cómo deseaba quitarle el veneno al príncipe. Debía hallar la cura de una vez por todas. Ahora que él perdía su capacidad de ser útil con la química, ella debería encargarse. Era la esperanza de Jasper Dónovan. Lo había dicho Dlor.

No obstante, por el momento, se dedicaría a seguir apreciando toda su constitución. Un instinto primario la movió a subir una de sus manos hasta la mandíbula masculina, pasando los dedos por la nariz, surcando un camino sigiloso hacia las sienes. A pesar de que las puntas del largo cabello de Jasper estaban enmarañadas, la parte de la coronilla nacía muy suave. Maya se entretuvo un rato enterrando los dedos allí, para luego deleitarse en la acción de subir hasta un cuerno.

No era la primera vez que tocaba un cuerno. Crecida y criada en un gran terreno de La Moraleja, en España, había jugado con algunos vacunos en su etapa mas temprana. A su madre no le gustaba que ella lo hiciese, pero Mateo se las ingeniaba para ayudar a su hermanita a escaquearse y tocar el animal que quisiese. Sin embargo ninguna experiencia previa la pudo preparar para lo que experimentó cuando sus dedos hicieron contacto.

LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora