⚓️26⚓️ TODAS LAS ROSAS TIENEN ESPINAS

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Año 14
10Ka, 50Ma.
Río Wiz,
Bajo Mundo .

El irlendiés temblaba ante los pies de tan imponente figura. Su temblor era tan fuerte, que apenas si lograba alzar la cabeza. Cierto, le habían ordenado encorvar el cuerpo en una postura humillada, pero aun si hubiese querido rebelarse, el miedo que lo abarcaba lo hubiese hecho imposible.

Todo había iniciado precisamente con una afrenta de rebelión en Bajo Mundo, cerca del Valle Enrevesado que ahora estaba bajo el dominio del capitán pirata: La tribu del clan Zook conocida desde el inicio de los tiempos como "Bahalen" tenía una constitución humanoide, mas sus características únicas y animales los identificaban. Nacidos con una piel morada que cuando interactuaba con el sol lucía un tanto rojiza. Sus ojos eran de un azul vibrante, como luz de hielo electrificada, sin iris, y un cabello muy oscuro. Poseían también una cola felina que terminaba en la punta con forma de pica.

Algunos bahalenitas se cortaban el cabello para obtener diferentes tipos de melenas, otros lo trenzaban, y algunos lo dejaban crecer hasta donde les parecía adecuado. Pero nada cubría las puntiagudas y estiradas orejas que se disponían a cada lado del cráneo, pudiendo pasar por cuernos sino llegaba a verse desde la distancia la textura suave de piel que envolvía el cartílago. Como muchas razas del clan Zook, los de Bahalen tenían su propio dialecto lingüístico.

La razón del porqué se había dado un levantamiento en las zonas circundantes a Valle Enrevesado era por el miedo a quedar reducidos a cenizas, tal como había sucedido con los fervientes seguidores del drakgrenarí Vogark. ¿Quién aseguraba que un vil capitán pirata cumpliera su palabra de dejar vivas a las demás tribus de Bajo Mundo mientras el eje de su poderío, Valle Enrevesado, estaba solamente vigilado por sirvientes sin lengua? Fue por lo que un grupo de bahalenitas —solo una minoría— se alzó contra Greendomain, la que un día fue la hacienda de El Verde, y liquidaron a los sirvientes y niños que Maltazar había dejado con vida.

Siendo como era el rey del océano, la muestra de rebeldía llegó a oídos del capitán del Atroxdiom que tomó represalias en pocas horas, capturó a los rebeldes y los decapitó con su espada. Luego se abrió paso en las tierras de la tribu con sus piratas —los cuales aprovecharon para hacer sus pillajes— y encontró al líder de la tribu, ajeno a lo que había sucedido con el grupo rebelde, y lo llevó hasta el barco. Y así lo tenía de rodillas en la proa, frente a la vista de toda la tribu Bahalen, mientras el Atroxdiom flotaba por encima de la superficie del río a una distancia adecuada para que ni una sola alma se perdiera la brutal escena.

—Por favor... señor... Capitán de todas las aguas de Irlendia, perdone a mi marido, él no sabía nada —gritó la esposa del líder bahalenita desde la orilla.

Aracnéa fue la que contestó:

—¡Calla escoria! Tu inútil marido es tan culpable como esos rebeldes. ¿No es el trabajo de un líder supervisar los suyos? Ahora el peso de su incompetencia le caerá sobre el cuello y hará rodar su cabeza.

—¡No! Noooooo. —Los sollozos de la esposa resonaban por todo el río.

Los hijos de ella, cuatro de diferentes edades, se mantuvieron sollozando sin emitir ningún grito. Pero a todas luces se veía el pánico estampado en sus caras.

—Escúchala, bahalenita, escúchala bien —le aconsejó bajo Maltazar a su prisionero—, porque será lo último que escuches de ella.

—Un momento —dijeron desde la plataforma del timón y todos los tripulantes giraron la cabeza.

El capitán no, pues conocía muy bien esa voz que lo atormentaba en sueños vívidos por las noches. Isis caminó apresurada hasta llegar al lado de él, y sin importarle que todos estuvieran mirando se colgó de su brazo.

LEGENDARIOS3️⃣ENTRE LAS GARRAS DE UNA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora