Overlord: El que se quedó PRT. 2

Capitulo 76 Volumen 7

Cuando se fue a la cama, casi lamentó no haberse demorado para hablar con ella. La esclava estaba casi muda, y había cedido a la incomodidad que sentía entre ellos y la había dejado atrás. 'Tenía preguntas...' Recordó la absurda facilidad con la que ella levantó su armadura. No tenía por qué ser capaz de hacer eso. Sin embargo, ella lo había hecho. —¿Era soldado antes de que le cosecháramos las orejas? Tenía que preguntarse, y esa curiosidad lo mantuvo preguntándose más y más. Y abajo, el canto de los mineros continuaba, y combinado con esa naturaleza curiosa suya, el sueño se mantuvo a raya durante demasiado tiempo.

Bien descansado o no, Raymond se levantaba por la mañana antes de que saliera el sol, el largo hábito estaba tan arraigado que ni siquiera usó la alarma de vela con banda. Ese dispositivo, si tuviera que llamarlo así, era ingenioso. Cada una de las bandas de la vela tardó una hora en quemarse, y cada una era una pieza separada sostenida por encima y por debajo de ella con pequeños picos de madera, lo que permitía agregar o quitar tiempo según fuera necesario. Con esto había una pequeña tira de tela que sostenía bolas redondas de metal, con un borde que podía colocarse entre las capas y fijarse con alfileres.

A medida que las capas se quemaban, eventualmente ese 'labio' entre las capas se caería, y con él, las bolas de metal caerían libremente y el ruido de su caída al suelo despertaría al durmiente. Sin embargo, Raymond no hizo uso de él, sino que simplemente se levantó, fue a los baños comunes, se limpió y se cambió de ropa para el día.

Sólo cuando hubo completado esta rutina siendo la hora aún muy temprana, fue a la habitación de Nua.

Su mano fue a la perilla y la giró, luego se congeló. Soltó la mano y llamó. Esperó el ruido de ella despertándose y corriendo para ver qué necesitaba. Pero no había nada, ni un sonido.

Volvió a llamar. Ningún esclavo duraría mucho si tuviera un sueño tan pesado. Pensó y abrió la puerta. La cama estaba hecha, todo estaba limpio. ¿Se quedó aquí toda la noche? ¿Se escapó? Si perdiera 'dos' en este viaje, nunca escucharía el final. Maldijo y luego se detuvo.

'Si se escapa ahora... ¿valdría la pena perseguirla... quién podría culparla?' preguntó, recordando el cariñoso cariño entre el posadero y su esposa, y el ruido de los mineros mientras disfrutaban de la música y la cerveza...

'Como un niño que prueba un caramelo por primera vez... por supuesto que se escapó. 'Raymond pensó: 'Ojalá hubiera esperado un poco al menos...'

"Supongo que tendré que contratar a un cochero... pero antes de eso, supongo que debo asegurarme de que no robó los malditos caballos". Murmuró y bajó las escaleras hasta el piso principal ahora vacío y salió por la puerta con un bostezo. '¿Tal vez durmió debajo del carruaje después de todo?' Se preguntó mientras el aire fresco de la mañana lo rozaba.

Fue el sonido de un fuerte chapoteo y el ruido de un balde vacío que caía al suelo lo que lo sacó de sus pensamientos. ¿Quién estaría lavando algo a esta hora absurdamente temprana? Se preguntó y siguió el ruido hasta el lado de la mesa donde había un pozo de piedra.

Allí la encontró. La oscuridad no era un impedimento real para nadie en la Escritura Negra, bien podría haber sido de día en lo que a él concernía. Su ropa estaba cuidadosamente doblada en el suelo a unos metros de ella, un balde vacío a sus pies y su cuerpo desnudo empapado en agua de pies a cabeza.

Vino aquí temprano para evitar que la vieran. Se dio cuenta, pero para su sorpresa, ella también lo escuchó.

En algún nivel, debería haber sentido al menos algo de deseo, excepto por la pequeña tira de metal alrededor de su cuello, estaba desnuda, su cuerpo era escultural, en una palabra, y a pesar de lo que le habían hecho a su cabello dorado para asegurar su las orejas mutiladas estaban siempre expuestas, tenía la forma de una mujer esbelta y atlética y piernas largas, esbeltas, de potro.