Capítulo 32

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N/A: Me ocurre cada vez que comienzo una historia, para los que me conocen y me siguen desde hace tiempo, están acostumbrados a que desaparezca, es más, he tenido que eliminar historias incompletas. Entonces, desconozco la extensión de este fanfic, puedo llegar a los 40 capítulos o quedarme en 35, ya se verá. Mientras disfrutéis, haré lo imposible por continuarla y que tenga un final cómo se merece.

Al principio le pareció buena idea, ellas dos solas, comiendo en el club, rodeadas de personas. Pero en breve les traerán el postre y Sara continúa sin saber cómo decirle a su madre que está esperando un bebé de Franco.

- Sinceramente, tu invitación me sorprendió, Sarita. – ella finge sorpresa, aunque también se extrañó cuando lo hizo. - como últimamente pasáis más tiempo en la Hacienda de esos rufianes, ya creía que os habíais olvidado de vuestra mamá.

- Te pido perdón, mamá, pero entiende que cada vez que queremos hablar contigo, tu esposo se entromete y eso, quieras o no, nos distancia más.

- O sea que de eso se trata, me invitas a comer para faltarle el respeto a mi marido. - Gabriela hace ademán de levantarse, pero Sara le agarra del brazo.

- Por favor, mamá, por una vez, Fernando no es la razón de que estemos a solas. Necesitaba hablar contigo.

- ¿Y de qué? - Su hija coge aire, ya está, no hay vuelta atrás. – Mamá, estoy embarazada.

Gabriela, sin decir nada, se levanta de la mesa, Sarita se disculpa por el camarero, el postre tendrá que esperar.

- Mamá, por favor espera. - La mujer se detiene antes de llegar al aparcamiento. - Dime algo, lo que sea.

- No es necesario que me reveles la identidad del padre, pero dime, ¿de cuánto estás?

- De casi tres meses. - Gabriela siente un fuerte dolor en el pecho, el hecho de que su hija, la que fue su confidente durante tantos años, le ocultase algo tan importante durante tanto tiempo, implica que esa relación ya no existe.

- Y contármelo en un sitio público se debe a que no querías que montase un espectáculo, ¿verdad?

- Tienes que entender que nuestra relación no es como antes, odias a los Reyes con toda tu alma, ¿qué querías que hiciese?

- Me has decepcionado, Sarita, de tus hermanas me lo podría esperar, pero no de ti. - La joven reprime las lágrimas con tanta fuerza que hasta le duele. - Entonces, ¿te vas a ir a vivir con esos tipos?

- No hemos hablado de ese tema todavía, primero quería ver tu reacción, y ya veo que no te entusiasma.

- Sara. - Doña Gabriela acorta las distancias. – Me estuviste mintiendo a la cara durante meses, ocultaste esa relación o lo que sea, te pusiste en mi contra en el mismo instante en el que empezaste a salir con ese hombre. 

Esto es mucho peor de lo que Sarita se pensaba, su madre ni se molesta en gritar, en pocas ocasiones la ha visto con ese tono tan neutro

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Esto es mucho peor de lo que Sarita se pensaba, su madre ni se molesta en gritar, en pocas ocasiones la ha visto con ese tono tan neutro.

- Yo nunca estaré en tu contra, mamá. - Unos pocos segundos bastan, Gabriela fija su mirada en el vientre de su hija, ¿cómo no se ha dado cuenta antes? - ¿De verdad que vas a repudiar a tu futuro nieto o nieta por odiar a los Reyes?

- Ahora mismo no puedo responder a nada más, me siento engañada, Sara, lo mejor es que regresemos a la Hacienda, y si tu idea es la de irte con ese hombre, yo no me opondré, haz lo que te de la gana; lo llevas haciendo ya mucho tiempo.

Sara conduce de regreso, su madre le ha dado vía libre a irse con Franco; pero no puede marcharse, al menos hasta que no se asegure de que todo irá bien sin ella.

Más tarde...

Jimena y Norma esperan impacientes a su hermana y a juzgar por la tensión que rodea a las dos recién llegadas, la cena no ha ido muy bien.

- Con vosotras hablaré mañana. - y sin decir nada más, Gabriela se marcha a su cuarto. Sara rompe a llorar, no quiere continuar luchando contra todo lo que siente, no es bueno ni para ella ni para el bebé.

Las tres entran al cuarto de Jimena y Sara, Dominga se encarga de vigilar a Juan David.

- Hermanita, tienes que tranquilizarte, por favor. - Jimena acaricia la cabeza de su hermana. – Es evidente que mi mamá no se ha tomado bien la noticia.

- Es...es peor todavía. - Sara recupera la respiración. – Básicamente le da igual si me mudo con Franco, no se ha entusiasmado por el embarazo, aunque con eso ya contaba.

- Entonces si puedes irte con él, ¿por qué estás así? - Inquiere Jimena un poco confusa.

- Porque mi mamá no es que esté enfadada conmigo, está decepcionada y lleva razón. Le mentí cuando empecé con Franco y ahora le he ocultado el embarazo, no me merezco permanecer en esta casa ni un minuto más y, sin embargo...-

- No puedes dejarla. - Norma termina la frase. – Sara, lo que te está pasando no es para tomárselo a broma, un ser humano se está formando dentro de ti, el hecho de que vayas a sufrir no os hará ningún bien.

- ¿Me estás diciendo que me marche?

- No, pero tendrás que pensar que es lo mejor para ti y para ese bebé, si mi mamá te va a ignorar y Fernando va a seguir entrometiéndose en nuestras vidas...No tiene sentido que te quedes aquí.

Sara acaricia ahora su vientre, está claro que ahora tiene que centrarse en el bienestar del bebé, y bien es cierto que no tiene sentido quedarse en un sitio donde no se siente bienvenida.

- Norma, no es justo, Jimena está casada con Óscar y tú vas a casarte con Juan, además de tener un hijo, ¿por qué tengo que ser yo la primera en marcharme?

- Porque nosotras podemos soportar lo que venga, estaremos bien, también tenemos al abuelo. Sé que a los muchachos no les hará gracia que nos quedemos, pero tenemos que aguantar un poco más. Al final entenderán la situación.

Esa misma noche...

Jimena duerme plácidamente mientras que Sara vuelve a sentarse cerca de la ventana. Para Franco va a ser un alivio cuando le revele las últimas noticias, y aunque su madre se sienta dolida; sabe que terminará arrepintiéndose de haberla dejado marchar, nunca podrá prohibirle conocer a su nieto, ella no es así.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora