Capítulo 33

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Franco no salió de su despacho desde anoche, pensó que podría con la situación. Por supuesto que no quiere obligar a Sara, él no es así; sin embargo, ella podría pensar un poco en cómo le afecta todo esto.

- ¿Franco? - Ruth es la única que se ha atrevido a entrar. - ¿Cómo estás?

- Mal, no te voy a mentir, ¿cómo he podido ser capaz de permitir que Sara permanezca en la hacienda en su estado?

- Ay Franco, no te angusties, deberías de confiar en Sarita un poco más. - él camina de un lado para el otro, y lo más curioso es que sostiene algo en su mano derecha.

- Ruth, voy a confesarte una cosa, pero prométeme que no se lo dirás a mis hermanos, ni a Eva, por favor.

- Te juro que no diré nada. - es entonces cuando Franco le muestra el anillo de compromiso. La joven, boquiabierta, lo coge para verlo más de cerca.

- Madre mía Franco, es precioso, seguro que le encantará.

El menor de los Reyes vuelve a coger el anillo, no resultó fácil escogerlo, todos los que vio le parecían insuficientes para Sara.

- Llevo tiempo ya pensando en cuándo preguntárselo, no pienses que es por el embarazo; pero luego llegó la boda inesperada y todo se fue al traste.

- No es tarde, Franco, seguro que la harás muy feliz. - él lo sabe, pero, ¿de qué sirve prometerse si ella va a seguir junto a su madre?

- Bueno, ya encontraré el momento oportuno, hoy me espera un día duro, ¿bajamos a desayunar?

En la hacienda Elizondo...

Sara, con lágrimas en los ojos, observa cómo su vida se va empaquetando, ¿realmente se va a marchar? ¿Va a dejar que Fernando gane esta batalla?

- Sarita, por favor, no llores más, en el fondo sabes que es lo correcto. – Norma es la que debería vivir con Juan, o Jimena, no ella.

- ¿Sabes algo de mi mamá?

- Pues como anoche dejamos caer que te ibas a marchar, no ha querido salir de su cuarto; tranquila, cuando se le pase, no dudará en contactar contigo.

-       Pues como anoche dejamos caer que te ibas a marchar, no ha querido salir de su cuarto; tranquila, cuando se le pase, no dudará en contactar contigo

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Los vaqueros ayudan a meter las maletas en el auto, Sara se detiene en la puerta del cuarto de su madre.

- Mamá, sólo espero que alguna vez puedas perdonarme, nunca podré prohibirte que veas a tu futuro nieto o nieta. Sé que sientes dolida, sólo quiero que sepas que te quiero.

Como era de esperar, no obtiene ninguna respuesta, Sara sale de la hacienda acompañada de sus hermanas.

- Norma, vamos a retomar los preparativos de tu boda, ¿entendiste? No me siento cómoda siendo la primera en irme.

- Sí, no te preocupes, Juan y yo ya lo hemos hablado y ahora vamos.

Gabriela, desde su ventana, observa cómo su pequeña sube al auto, es real; Sara se marcha a vivir con ese criminal.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora