¿Qué pasaría si...?

Capítulo 43

Al día siguiente...

Jimena observa a su hermana desde la puerta, Sara regresó del club muy preocupada. Andrés no abre los ojos mientras su madre lo acuesta en la cuna.

¿De verdad que se atrevieron a invitar a esa cantante y su marido? Parece que la política del club ha cambiado mucho, si ya permiten la entrada esa gente.

No son ellos los que me preocupan, es mi mamá, sabes lo que siente por nosotras y.- Sarita dirige sus ojos hacia su pequeño. - por sus nietos, es increíble que me tuviese que acercar yo.

Y porque Franco te obligó, no sé en qué pensaba. - Sarita sí lo sabe, ambas salen del cuarto, no sin antes coger el escucha bebés.

Las hermanas se acomodan en la sala de estar, Norma y Juan se fueron con Óscar para hablar con el arquitecto que se encarga de la construcción de los nuevos hogares.

Sarita, te conozco, ¿qué pensamientos rondan por esa cabeza tuya? - Esta no responde, no de inmediato al menos.

Somos conscientes del tipo de persona que es Fernando, al verlos allí en el club, al ver a mi mamá tan...distinta. - Jimena sabe muy bien hacia dónde se dirige ese comentario.

Dudo que ella le permitiese llegar hasta ese extremo, por muy enamorada que esté, nunca le consentiría algo así, ¿no?

No, tienes razón, nos pediría ayuda, o al menos a alguien, si no quiere saber nada de nosotras. - Ambas optan por cambiar de tema, de vez en cuando Sara le echa un ojo a la pantalla, Andrés continúa durmiendo plácidamente. 

Un poco más tarde...

Juan David entra corriendo a la Hacienda, se alegra al ver a sus tías, ambas lo reciben con besos y abrazos.

¿Cómo ha ido? - Óscar besa los labios de su esposa antes de dejarse caer en el sillón. - ¡De maravilla, mi ratoncita! Sabía que cuando llegase el momento, convencería al testarudo de mi hermano para que viniese.

Admito que está quedando genial, pero sigo diciendo que Franco se está gastando mucho dinero, no nos hacen falta tantos lujos.

Habla por ti hermano, yo sólo quiero lo mejor para mi esposa, y lo va a tener.

Sí claro, como que a ti nunca te han gustado los lujos, tendrás morro. - Óscar finge ofenderse, pero enseguida se le pasa. - Hablando de ese muchacho, ¿continúa en la oficina?

Pues eso parece, aunque no creo que tarde mucho en llegar. - unos sollozos interrumpen a los adultos. - Voy a ir a ver cómo está.

Sarita se disculpa y camina hacia su cuarto, se encuentra a su hijo con los ojos abiertos. Lo coge con delicadeza.

Shh, ya está mi amor, ya estoy aquí. - Andrés tiene hambre, Sarita sonríe al ver los movimientos que hace con los labios, en busca del sustento.

Eres peor que tu padre. - un comentario sin malicia ninguna, le encanta que su príncipe sea parte de Franco. Sarita se acomoda en el sillón que Franco compró para que pudiera darle el pecho. 

Andrés no tarda nada en agarrarse, Sarita comienza a tararear una canción, no sabe por qué, pero es la primera que le ha venido a la cabeza, su hijo, sin soltarla, la observa muy atento.

La llegada de una camioneta roja consigue captar su atención, está bastante hecha polvo, ¿los albañiles vienen en ese trasto? No cobrarán demasiado si no pueden permitirse algo más decente.

Tanto ella como su abuelo salen hacia la puerta, tres hombres bastante apuestos caminan también hacia la entrada de la enorme Hacienda.

Su abuelo comienza a hablar, pero las palabras se alejan, como si estuviesen dentro de una cueva y el eco las hiciese rebotar. El resto del mundo desaparece, Sara sólo se fija en uno de los hombres, un joven de ojos azules, una perilla mal arreglada cubre su barbilla.

Él le devuelve la mirada, no sonríe, es más, casi diría que ha estado llorando recientemente, sus ojos hinchados podrían ser una prueba.

Estos son mis hermanos, Juan y Franco. - "Franco" se repite Sara para sí misma. De verdad que desea apartar la mirada, pero no puede, no quiere.

¿Mi amor? - Sara abre los ojos enseguida, su alma regresa a su cuerpo al ver a Andrés en los brazos de su padre. - Te has dormido.

Eso, eso no puede ser, si le estaba dando el pecho a Andrés, ¿cómo es posible?

No lo sé, sólo sé que cuando he llegado, este renacuajo estaba en la cuna y tú en la cama.

¿Lo dejé en la cuna? Bueno, al menos me quedo más tranquila, de verdad que no sé qué me ha pasado.

Pues que no has descansado bien en días, eso pasa. - Sara esboza una sonrisa al ver a Andrés con Franco, ¿en qué momento lo dejó en la cuna? ¿Por qué ha soñado con la primera vez que vio al padre de su hijo? 

Qué hora es?

Casi la hora de comer, anoche apenas pudiste dormir, sé de sobra que hoy has madrugado, ¿por qué no duermes un poco más?

No, vamos a bajar a comer con los demás y después ayudaré a Juan, me apetece dar una vuelta por los terrenos.

Pues no se diga más. 

Jimena y Ruth insisten en entretener a Juan David y Andrés, los demás están terminando de comer.

¿De verdad que no es molestia?

Ay, Sarita, para nosotras es un placer, te mereces desconectar, salir y disfrutar de este día. Norma estará también por aquí, no tienes nada de qué preocuparte.

Sara se enternece al escuchar la risa de Andrés, Juan David no deja de hacer tonterías para que su primo sonría. Sin embargo, también desea pasar un rato a solas con Franco y disfrutar del aire libre.