Capítulo 20

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N/A: No ha sido fácil, y sé que habéis esperado mucho, os pido perdón. He tenido una etapa un poco...complicada, entre el trabajo, la abuela...y que con esta insoportable ola de calor, apetece más estar en la piscina que en cualquier otra parte. Así que, de nuevo, lo siento, voy a intentar que este capítulo compense la espera; espero que os guste.

No ha avisado a Jimena, es más, no es un pensamiento que haya circulado por su cabeza al ver cómo esos tipos golpeaban a Franco y lo metían en ese auto a la fuerza; ese último puñetazo lo dejó sin aire.

- Dios mío, ¿pero quiénes son esos tipos? ¿Y por qué querrían secuestrar a Franco?- Sara sólo tiene dos opciones, o bien por dinero, que podría ser lo normal o...por una mujer. Por mucho que se esfuerce, la segunda opción es la que más poder tiene.

Sara no acelera mucho más, no quiere que esos hombres la descubran. Miles de preguntas se aglomeran en su cabeza, ¿qué hará una vez detengan el coche? ¿Tendrán a otros hombres esperando?

Mientras tanto, en el auto de delante...

- ¡¿Quiénes sois?! ¡¿Qué queréis de mí?!- Franco ya tiene las manos atadas y cada vez que intenta moverse recibe un puñetazo, eso va a dejarle marcas.

- Sólo queremos dar una vuelta con usted, Franco Reyes, y de paso, explicarle por qué no puede ir por ahí con mujeres casadas.

- Así que por favor.- esta vez es el conductor el que habla.- no malgaste fuerzas ahora porque es probable que las necesite más tarde; nuestro jefe quiere hablar con usted.

Sólo una persona puede ser la responsable de esto, Rosario. No iba a quedarse con las manos cruzadas, ya se lo advirtió la última vez que se vieron.

- Tengo dinero, ¿por qué no os pago el doble y me dejáis en paz?- los tipos sueltan una carcajada para nada agradable.

- Tenemos órdenes explícitas de no aceptar ningún trato u oferta, lo siento.

A pesar de que ya es de noche, Franco es consciente de que ya no se encuentran en la ciudad, más bien en las afueras; un lugar perfecto para acabar con la vida de una persona sin testigos.

El auto se detiene en un almacén abandonado, uno de los hombres le pone cinta adhesiva en la boca a Franco para que no pueda pedir ayuda.

- Y ahora tranquilito, tendremos que esperar un poco.- Franco no va a rendirse, utiliza la fuerza que le queda para pelear aunque ese último puñetazo en las costillas le dejó muy dolorido.

- ¡Yo no he estado con ninguna mujer casada!- Ellos no muestran ningún tipo de emoción.- ¡Y si estáis hablando de Rosario, es ella la que me acosa a mí!

- A nosotros no tiene que darnos explicaciones, sólo acatamos órdenes.- Ambos deciden ponerle una bolsa de tela en la cabeza, su jefe no tardará mucho.

Fuera del almacén...

Sara siente alivio al ver que no hay más vehículos y, a juzgar por las voces, sólo están esos dos tipos, y Franco. En silencio, corre hacia su auto para coger la escopeta que siempre lleva encima, y luego Jimena se burla de ella por ir armada.

Preparada con la escopeta en posición, entra al almacén, el factor sorpresa es infalible.

- Vaya, vaya, ¿pero a quién tenemos aquí?- Herzog, uno de los tipos, sonríe a Sarita, la cual no baja el arma.- ¿Te has perdido, preciosa?

- Os he seguido, vi cómo metíais a ese hombre a la fuerza en vuestro coche.- Franco ladea la cabeza hacia la voz de Sarita pero con la bolsa en la cabeza no puede hacer mucho más.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora