Capítulo 40

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Franco, sujetando un hermoso ramo de flores, camina con una gran sonrisa por los pasillos del hospital; es curioso que no vea pacientes ni médicos pero no le importa, sólo piensa en su mujer y su hijo recién nacido.

- ¡Mi amor!- El hombre se detiene en seco, una enfermera está en la habitación, vacía.- ¿Dónde está Sara? ¿Y mi hijo?

- Lo siento, Señor Reyes.- El ramo de flores cae al suelo, Franco se echa ambas manos a la cabeza.

- ¡¿Esto es una broma?! Porque no tiene gracia.- La mujer niega con la cabeza, el menor de los Reyes comienza a buscar por todo el hospital.- ¡SARA, SARITA!

- ¡Franco, despierte!- Eva zarandea al hombre, las gotas de sudor han empapado hasta la almohada. Este abre los ojos de golpe.- ¡Sara!

- Tranquilo, está bien, al igual que el pequeño Andrés.- Franco vuelve a tumbarse, ha sido una pesadilla horrible, le faltaba el aire.- ¿Dónde están? ¿Por qué no me ha despertado?

- Estaba usted en sueño profundo y no es para menos, han sido unas noches un poco caóticas.- Eva se levanta de la cama al ver que Franco se encuentra más tranquilo.- Sarita tuvo que ir a dar un paseo bien temprano.

- Menudo padre estoy hecho, que ni siquiera me entero, voy a ducharme un momento.

- Le dejo aquí el café, recuerde que hoy tiene un par de reuniones importantes.

- Sí, Óscar se ofreció a asistir por mí pero los abogados me sugirieron que era mejor que estuviese yo, aunque no me haga ninguna gracia.

Eva sale del cuarto para continuar con las tareas, Franco opta por tomarse el café antes de la ducha, apenas ha descansado con semejante pesadilla; al observar por la ventana, se encuentra con una imagen que siempre recordará.

Sara alza al pequeño Andrés, su sonrisa es hermosa, la mañana es más que perfecta. En ese momento, la mujer se gira hacia la ventana, a Franco no le hace falta escuchar su voz para saber lo que acaba de decir, "Te amo".

Unas horas más tarde...

El día está resultando ser de lo más estresante. Franco no tenía ni idea de lo largo que iba a ser la última reunión.

A pesar de tener la baja por paternidad, no pudo escaquearse de estas reuniones, y aunque pareciese que el día no iba a terminar nunca, el dueño de esa planta se encuentra de camino al ascensor; no ve el momento de ver la carita de su pequeño.

Debido a su ensoñación, Franco no se percata de quien aparece tras la puerta, la sangre de Franco se congela, no puede ser.

- Señor, ¿va a entrar?- Una mujer le permite el paso, este llega por los pelos, gracias a las personas que se encuentran ahí, su brazo casi roza el de la que fue otro amor de su vida.

Jamás se le había hecho tan eterno ese trayecto como ahora mismo, de vez en cuando la observa de reojo; supo que se fue de gira con el que fue su manager y ahora marido, Armando Navarro.

Jamás se le había hecho tan eterno ese trayecto como ahora mismo, de vez en cuando la observa de reojo; supo que se fue de gira con el que fue su manager y ahora marido, Armando Navarro

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Las personas desalojan el ascensor en cuanto se abren las puertas, Franco también se dispone a salir pero Rosario le agarra del brazo, los dos se quedan solos.

- ¿Es qué no piensas saludarme siquiera? ¿No te enseñaron modales?

- Hola, Rosario, y ahora si me disculpas, tengo que irme- pero ella no está por la labor de soltarlo todavía, pulsa el botón que detiene el ascensor.

- ¡¿Pero qué narices te pasa?! ¿Por qué has hecho eso?

- Porque quiero hablar contigo, sé que te casaste con una anciana y ahora eres dueño de muchos supermercados y varias empresas.

- Sí, ¿y qué?- Ella acorta la poca distancia que los separaba.- Dime, ¿no me has echado de menos? Porque yo a ti si.

-¿Echarte de menos? Pero si me alejé de ti porque no hacías más que causarme problemas, sobre todo con tu querido ESPOSO.

- Armando ha cambiado, me ha tratado como una reina y ya no es tan posesivo.- eso Franco no termina de creérselo. - ¿No piensas ni mirarme? ¿Tanto rencor sientes hacia mí?

- No es rencor, Rosario, es indiferencia, no entiendo por qué ahora esa necesidad de hablar conmigo. Cada uno ha hecho su vida, ¿qué quieres de mí?

- Yo sigo sintiendo algo hacia a ti, Franco Reyes, ¿vas a decirme que no sientes deseos?

- La verdad es que no.- Franco pulsa el botón y el ascensor se pone en marcha.- Yo estoy muy feliz con mi vida, encontré al amor de mi vida, y ahora soy padre. Mira, sí que siento deseos, de volver con mi familia.- la puerta del ascensor se abre.- y ahora si me disculpas, tengo que marcharme. Adiós, Señora Montes.

 Adiós, Señora Montes

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Esa misma noche...

Es más que evidente que algo ha ocurrido durante el día, Sara conoce a Franco demasiado bien, algo ronda su cabeza.

Eva y Ruth se quedan con Andrés, así podrán hablar tranquilamente. Sarita toca antes de entrar al despacho.

- ¿Mi amor? ¿Qué te ocurre?- Este se encuentra sentado en su silla, observando algunos papeles, o al menos fingiendo que los lee.- Estás muy serio y distraído.

- Hoy me he cruzado con Rosario.- el cuerpo de Sara se estremece, es consciente de que los dos tuvieron algo serio pero no son celos lo que siente ahora mismo.- Ha sido un encuentro muy desagradable.

- ¿Y eso por qué?- Franco alza la cabeza para encontrarse con la madre de su hijo.- Porque no me inspira nada bueno esa mujer, dejé de verla en cuanto empecé a sentir algo por ti, y creía de verdad que no volvería a tener nada que ver con ella; pero el hecho de haberla visto, me ha producido escalofríos.

Franco prefiere omitir la parte en la que Rosario le ha confesado que le echaba de menos, no lo considera relevante ya que sólo siente repulsión hacia ella.

En el bar Alcalá...

Se escucha a Panchita cantar de fondo, Rosario sólo puede pensar en su encuentro con Franco, ella sabía lo de la vieja que murió pero desconocía que estuviese con alguien.

- ¡Hola Rosarito!- Pepa, como siempre, entra con alegría al camerino pero Rosario no le devuelve el saludo, en cambio, se levanta de golpe.

- ¿Por qué no me dijiste que Franco está con otra mujer? Y encima es padre.

- Ay mi vidita, no sé por qué te pones de esa manera, ¿Qué te importa? Tú estás felizmente casada con Armando, ¿no?

Quiere a Armando pero el ver a Franco tan cambiado, tan...distinto, le produjo algo en su interior; se alegró al escuchar que se había casado con esa tal Eduvina, eso le confirmó que ella le había dejado huella pero desconocía que hubiese encontrado a otra mujer.

- ¿A qué viene ese interés tan repentino por él?

- Hoy lo he visto, y me quedé asombrada, parecía otro hombre.

- Es que es otro hombre, nada que ver con el muchachito que frecuentaba el bar para verte a ti. Si, es millonario, pero el dinero no es lo que le ha cambiado.

¿Qué pasaría si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora