Capítulo 4. Conociendo la casa de los Mateo.

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Narra Noelia.

Ya era viernes y me tocaba ir a la casa de los Mateo. Casi no dormí nada por el miedo y los nervios que tenía, nervios por si al final veía a Abraham y miedo por si no encajaba bien en esa casa. Se nota y se ve claramente que son una familia muy importante y muy conocida, no solo aquí en Madrid, sino en todo el país y gran parte de otros. Suspiro mientras me veo una vez más en el espejo de mi habitación. Me había vestido con unos pantalones vaqueros azul clarito, una blusa de color blanca y hoy decidí ponerme unas zapatillas para ir cómoda. Hoy María me ensañaba la casa, después estaría con los niños, tenía que organizarme con ellos y no quería llevar tacones, luego me dolerían un montón los pies. Mi pelo me lo había amarrado en una coleta alta y me maquille muy natural. El martes cuando conocí a Abraham, noté que era un chico serio y algo distante. Le vi sonreír unas 2 o 3 veces y la verdad no se porqué no lo hacía más, se que es duro perder a tus padres y más de esa forma pero tiene una sonrisa muy bonita y él es el mayor de los 6, quien mejor que él para que los niños sientan ese apoyo en él de que la vida sigue. Cuando él cogió mi mano para aceptarme el saludo, sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, algo que jamás me había pasado antes con ningún chico.

"él habrá sentido lo mismo?".

Borro inmediatamente ese pensamiento de mi cabeza. Eso es imposible, él es un chico joven, guapo y con dinero, jamás se fijaría en una chica tan insignificante como yo pudiendo tener a chicas más bonitas y con mejor clase. Una chica que este más a su altura... Suspiro mientras me pongo mi chaqueta, cojo mi bolso metiendo todo lo necesario y salgo de casa. Tenía que salir con tiempo ya que desde mi casa hasta la casa de los Mateo eran casi 20 minutos, 30 si había tráfico. Espero a un taxi y cuando consigo uno le digo al conductor a donde quiero ir. Escucho mi móvil sonar dentro de mi bolso, lo saco y sonrío al ver que era un mensaje de mi mejor amiga Andrea. Había quedado con ella cuando saliera de casa de los Mateo, hoy solo era ver la casa y organizarme un poco con los niños así que no saldría tarde. Le digo que nos vemos a las cinco de la tarde en el parque del Retiro, río al ver que me dice que le tengo que contar todo, a ella no se le escapa nada. Guardo el móvil y justo siento que el taxi se para, levanto la vista y veo que ya hemos llegado.

Noelia: muchas gracias, aquí tiene - digo mientras le pago y salgo del taxi. Miro el jardín sonriendo, estaba muy bien cuidado y era precioso. Me acerco a la puerta y llamo al timbre, a los segundos me abre Maria con una sonrisa, le sonrío de vuelta.

María: buenos días, Noelia. Pasa cielo - paso mientras le devuelvo el saludo con una sonrisa.

Noelia: buenos días, María. Que tal? Ya se han despertado los niños? - digo mientras me quito la chaqueta y la dejo en el perchero junto con el bolso.

María: ellos aún están durmiendo, cuando no tienen clase aprovechan para descansar. El lunes empiezan - sonrío, asiento y me empieza a enseñar la casa. Primero me enseñó la parte de atrás. Había otro jardín casi igual de grande que el de la entrada de la casa pero en este había una piscina en la mitad, a la derecha había una colchoneta y a la izquierda tenían dos porterías. Tenían un montón de cosas para que los niños jugaran. En vez de un jardín, parecía un parque de juegos. Entramos de nuevo a la casa y me enseña la sala, la cocina, la despensa y el despacho de Abraham, sonrío al ver el cuadro que había a un lado de la pared. Me acerco y me quedo mirando sobre todo a la señora. Era rubia y en su cara tenía una sonrisa preciosa mientras el señor la abrazaba por la cintura, ambos sonreían y la foto reflejaba el gran amor que se tenían. Abraham se parecía mucho a ella.

María: ellos son los padres de los niños - la miro unos segundos y vuelvo a mirar el cuadro.

Noelia: se nota que se amaban - ella se acerca a mi y mira el cuadro, era precioso.

María: no te puedes llegar a imaginar cuanto, cielo - la miro mientras pongo una mano en su hombro y ella me mira, me sonríe acariciando mi mano y salimos. Doy una última mirada al cuadro antes del salir del despacho y suspiro mientras cierro la puerta. Cuando los niños se despiertan y mientras desayunan, María me enseña las habitaciones de cada uno. La primera puerta a la derecha era de la habitación de Alicia, era la típica habitación de una adolescente de 17 años. Enfrente estaba la habitación de Alex y al lado de su habitación había un baño bastante grande, abrí mis ojos como platos a verlo por dentro. Seguimos por el gran pasillo y veo otra puerta que está situada a la derecha también. Sonrío cuando María abre la puerta y veo dos camitas a cada lado de la habitación. Una tenía puesto un edredón de color blanco con mariposas de colores y la otra cama tenía un edredón de color verde con coches, sonrío dulce. Aquí dormía la princesita y el bichillo, los mellis. Enfrente de la habitación de ellos había otra puerta pero María pasó de largo, me quedo parada mientras miro la puerta. En cada puerta había una inicial de los nombres de cada uno y en esta había una T.

María: esa es la habitación de Tony, el segundo hermano de la familia. A veces la abrimos para ventilar y limpiarla. - asiento sonriendo y enfrente de la de Tony un poco más a la izquierda había otra puerta, enfrente de esta había otra y luego había otra un poco más al fondo que era donde ya acababa el pasillo. - Esta habitación es para ti - dice mientras abre la puerta que estaba a la izquierda - es por si algún día se te hace muy tarde y te quieres quedar para al siguiente día no tener que venir muy pronto y si decides quedarte con nosotros para que se te haga más fácil, puedes hablarlo con Abraham. - me quedo algo sorprendida y sonrío amable.

Noelia: está bien, me lo pensaré. A ver qué tal los primeros días. Sino hablaré con el señor Abraham - ella me sonríe asintiendo.

María: Esta es la habitación de Abraham - dice mientras señala la puerta que está enfrente de "mi habitación" - y esa era la de los señores. - me señala la de al fondo. - Estas dos últimas no te las enseño porque Abraham es muy discreto con su privacidad y la de los señores solo la abrimos también para ventilarla y limpiar. Abraham no quiere que nadie entre en esa habitación, solo nos da permiso para limpiarla. - asiento y bajamos a la cocina.

Los niños ya habían terminado de desayunar y dejé que fueran al jardín de atrás a jugar, fueron todos menos Alicia que subió a su habitación. María me dio todas las instrucciones para empezar el lunes. Justo ese día los niños empezaban las clases y tenía que venir más pronto para despertalos y arreglarles para ir a la escuela, sobre todo a los mellizos. Sonrío, la verdad es que tenía muchas ganas.

La casa de los Mateo {AM}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora