Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
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📅 31 DE ENERO DE 2023
📅 UN MES Y MEDIO DESPUÉS
📍MADRID
Cuando mi hermana Valeria me invitó a pasar el fin de año en casa de sus suegros, aquí en Madrid, pensé que sería una pequeña reunión solo para nosotros, pero, aquí hay más gente de la que imaginaba. Porque aparte de la familia de Carlos, están también George y Lenna, y Lando. Y por lo que me ha contado mi hermana, Charles también está invitado. Desde que se murió muy abuelo no he vuelto a verlo. Al día siguiente de su entierro, su padre lo reclamó en Mónaco y tuvo que irse casi sin despedirse. Aunque esta vez, hemos decidido ir más allá y los comentarios de YouTube, ahora me los manda por whatsapp.
- Charles ya viene –como si lo nombrara, su nombre sale de los labios de mi hermana, quien deja su teléfono en uno de los muebles y corre a abrazar a Carlos.
Trago saliva pensando en el encuentro que tendrá lugar en unos momentos y decido irme a la cocina para que no se noten mis nervios. Creo que ya va siendo hora de que nos dejemos de juegos y de que ambos admitamos lo que está pasando entre nosotros, porque, está pasando. Y yo sé, al igual que él, que las ganas están ganando esta batalla.
Entro en la cocina, donde está Reyes, la madre de Carlos, y su hija Ana. En cuanto me ve, la matriarca de los Sainz, me regala una agradable sonrisa.
- ¿Os ayudo en algo? –les pregunto acercándome a la encimera- tantas conversaciones sobre coches me saturan.
- Te entiendo –contesta Reyes- por eso siempre me niego a contratar un catering para que nos sirva. Si quieres, puedes ir cortando el queso y poniéndolo en esos platos.
Reyes me señala la cuña del lácteo y después de coger un cuchillo, hago lo que ella me dice. Hablamos de cualquier cosa, como mi trabajo como profesora de fitness y como mi canal de YouTube ha aumentado de seguidores desde que se supo que soy la cuñada de Carlos Sainz. De hecho, el canal de videos me ha ofrecido distintos trabajos y colaboraciones, las cuales he aceptado dependiendo de su contenido.
Aunque mi "otro trabajo" es el que ocupa más mi tiempo y este, se me está echando encima.
Un ligero estremecimiento en mi cuello me hace sentir un pequeño escalofrío. Alzo mi cabeza cuando siento una familiar voz, la cual ha sido el motivo de estos temblores.
- ¡Ya puede empezar la fiesta que ya estoy aquí!
Por instinto, muerdo mi labio superior al escuchar esa voz que hace que mi estómago sufra de pequeños espasmos. Cojo aire con fuerza dejándolo escapar muy lentamente.
Charles Leclerc. El único hombre que consigue que se me olvide hasta de respirar. El que me ha dado los únicos besos que no puedo, ni quiero, olvidar. En cuanto entra en la cocina, su mirada se cruza con la mía, determinada, intensa, sin esconderla, como es él. Siento mis mejillas encenderse y me concentro en el queso, el cual debo cortar con cuidado, aunque me tiemblen los dedos.
