Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llev...
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📅 MIÉRCOLES 5 DE ABRIL DE 2023
📅 UN MES DESPUÉS
📍MARANELLO
Me llevo la mano a la boca bostezando fuertemente. Sigo moviendo la mezcla de bizcocho con energía para que la masa no se haga grumos. Siento la presencia de Charles entrando en la cocina, y al instante, sus envuelven mi cintura. Me aparta el pelo del cuello dejando un pequeño beso en el, que acompaña a otros que reparte hasta llegar a mi hombro.
- Buenos días, gatita –ladeo mi cabeza para ver como aún no se ha peinado y luce verdaderamente irresistible con todo ese pelo revuelto.
- Buenos días –uno de sus dedos gira mi barbilla. Se moja los labios antes de acercarse a los míos y darme un beso de los que él da, de los que te dejan sin respiración.
- ¿De qué es el bizcocho? -me pregunta después de haber arrasado con mi boca y aún con sus manos abrazándome.
- De manzana –cojo un trozo de fruta y se la pongo en la boca para que él solo tenga que morderla, comiéndome yo el resto.
- Hummm. Manzana. La última vez que hiciste un dulce de manzana acabamos encima de una mesa –sus manos acarician mi vientre con mucha suavidad mientras él sigue masticando el trozo de fruta.
- Lo recuerdo perfectamente. Y mi madre también. Cada vez que puede me pregunta como rompimos esa mesa -le llamo la atención sobre este hecho, siendo un momento que me gusta recordar una y otra vez, por la intensidad de nuestro encuentro.
- Seguro que se lo imagina.
- Pues si. Es más me dijo que si no me acosté contigo el tiempo que estuvimos en el hostal, es que era gilipollas. Creo que es tu mayor fan.
Una carcajada sale de su garganta haciéndome reír a mi también. Sus manos aún siguen en mi cintura y su boca se acerca peligrosamente a mi cuello siendo su lengua la que lo acaricia.
- Charles –le advierto alzando un poco el tono de voz- quiero terminar el bizcocho.
- Y yo quiero empezar otra cosa –una de las manos del castaño sube por mi estómago hasta llegar a mi pecho. Lo aprieta un par de veces, a la vez que su boca sigue causando estragos en mi hombro. Llegados a este punto, la poca firmeza que me quedaba, ha sido sustituida por mis ganas de él.
El timbre de la puerta, empieza a sonar como advertencia de que debemos parar. Algo que a Charles le fastidia a juzgar por el chasqueo de su lengua.
- Tengo que abrir .-le digo apartándolo de mi cuerpo. Charles se muerde el labio y se quita de detrás de mi apoyándose en la encimera.
- Estaré esperándote aquí, gatita.
Su tono de voz siempre me produce un agradable cosquilleo, ese que usa cuando sé que quiere que lo hagamos. Me quito el delantal dejándolo en una de las sillas mientras camino por el pasillo agitando mi cabeza. El pasillo no es muy largo, y por eso en pocos segundos abro la puerta apareciendo delante de mi, un repartidor con una voluminosa caja que me sonríe nada más verde.
