Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llev...
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📅 SABADO 29 DE ABRIL DE 2023
📅 TRES SEMANAS DESPUÉS
📍GRAN PREMIO DE EMILIA-ROMAÑA
Odio el Body Balance este de los cojones. Es lo más cansado que he practicado en mi vida, y aunque lo dé Diana, lo odio. Me llevo las manos a la cintura intentando respirar porque estoy a mi máximo nivel de exigencia y no puedo tirar de mi vida.
- ¡Señores que es para hoy! Mi chico me ha prometido que me iba a llevar a cenar a Bolonia y me gustaría tener tiempo para arreglarme, ¡Vamos! -el grito de mi rubia hace que me espabile y si, intentar respirar, que eso sí que es importante.
Diana sube la intensidad de los ejercicios y yo me acabo de acordar de la madre que la parió. Y el problema es que estos desgraciados parecen disfrutar con sus clases.
- ¿Diana tiene novio? -la pregunta de Lando me deja algo descolocado porque no sé qué contestar.
- No tengo ni idea -le digo girándome para hacer el estiramiento de mi gemelo hacia el otro lado.
- Si claro, él no tiene ni idea -ahora es Max quien me habla a mi derecha haciendo que le gruña.
- Pues creo que a Nico le ha roto el corazón por lo del novio...
Ladeo mi cabeza para fijarme como Nico mira a Diana como un perrito al que han abandonado. Incluso está cabizbajo y todo.
- Que le den por culo -le contesto a Norris mirando con asco al piloto de mechas rubias, que se creen que están de moda. Vuelvo a girarme y me encuentro la mirada de Max sobre mí, de una forma que me pone hasta nervioso.
- Tú y yo, nos vemos fuera -me dice señalándome la puerta.
- Es que...tengo planes, Max -le digo intentando huir de su escrutinio.
- Tranquilo, que te dará tiempo a llevar a tu chica a Bolonia.
Reprimo un jadeo y decido darme la vuelta ignorando al rubio con el corazón latiéndome demasiado fuerte. Y no ayuda que Diana se acerque hasta donde estoy para asegurarse de que lo estoy haciendo bien.
- Max, lo sabe -le digo entre dientes a la rubia, la cual se echa hacia atrás y regresa hacia su sitio ignorándome a mi, y por supuesto, sin ser capaz de mirar al neerlandés.
La clase termina minutos después. Me hago el rezagado intentando alargar el momento de hablar con mi amigo todo lo posible, pero él parece que me siguiera, pues está detrás de mi siguiendo mis pasos en todo momento. Todos los compañeros se han ido ya, menos nosotros. Veo a Diana mirarnos desde el otro lado de la sala, recogiendo sus cosas con parsimonia.
- Voy a despedirme de la profesora -le digo al rubio aún con su intensa mirada sobre mi.
- Vayamos juntos -me responde colocándose a mi lado.
