Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llev...
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📆 DOMINGO 31 DE DICIEMBRE DE 2023
📆 UNA SEMANA DESPUÉS
📌 MADRID
- ¿Qué te pasa? Tienes mala cara –pongo mi mano en la parte baja de la espalda de mi hermana viéndola poner una mueca de desagrado.
- Eso se lo he dicho yo también –Carlos aparece en la cocina mirándonos a ambas con sus brazos cruzados. Valeria se pone erguida e intenta esbozar una sonrisa que no tiene.
- Estoy bien. Solo estoy cansada. Son dos, por si no os habéis dado cuenta –nos advierte ella fulminándonos con la mirada. Agarro su mano y puedo notar los latidos de su corazón justo donde tiene el pulso en su muñeca.
- ¿Quieres que demos una clase de relajación? Quizás eso te puede hace sentir mejor.
- Quiero un masaje, cenar y acostarme. Y tomarme las uvas en la cama –mi hermana pone morritos y la veo realmente cansada y eso si que me preocupa porque ella siempre está muy activa, aunque no tenga ganas de nada.
- Te dije de quedarnos en casa –Carlos pasa sus brazos por la cintura de mi hermana. Me aparto de ellos para darles cierta intimidad, pero, vigilando a Valeria y sus gestos- pero no, ella quería pasar su primera Nochevieja con Arthur.
- Jo, no me regañes –mi hermana se lleva las manos a la cara y empieza a llorar. Su marido la atrae hacia su pecho y decido dejarlos solos, pues, un gesto de Carlos, así me lo pide también.
Salgo de la cocina en silencio dejando escapar un suspiro. Mi hermana me preocupa. Si ahora está así con solo 6 meses de embarazo, no quiero ni pensar como estará en un par de meses más. Camino hacia el comedor buscando a Arthur. Mi pequeño está en brazos de mi madre, quien le está dando de comer, pues el pobre mío no creo ni que aguante hasta las uvas, por mucho que no pare de repetir que quiere ver las campanadas.
- ¿Todo bien, gatita? –siento los brazos de Charles deslizarse por mi cintura. Me agarro a ellos y ladeo un poco mi cabeza para mirarlo. Su sonrisa. Esa que altera los latidos de mi corazón, se borra al ver la expresión de mi rostro.
- Me preocupa mi hermana, Charles. La noto muy cansada –le confieso aun recordando que desde que llegamos esta mañana, la expresión de su rostro no ha cambiado.
- Lo sé. A mi también me preocupa. Pero ten en cuenta que son dos bebés, y quieras que no, su cuerpo está cambiando y tiene que adaptarse a ellos –los dedos de Charles se posan en mi cuello dándome un pequeño masaje. Cierro mis ojos disfrutando de él, hasta que tira de mi sacándome del comedor.
- ¿Dónde me llevas? –le pregunto medio riéndome
- Tu solo sígueme.
Muerdo mis labios intentando no reírme y me dejo arrastrar por Charles hacia la escalera. Subimos los escalones despacio intentando no hacer ruido, pero, mis carcajadas son muy evidentes cuando llegamos arriba y mi marido me acorrala en la pared.
