Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
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📅 Jueves 13 de julio de 2023
📍Algún lugar del sur de Europa
La novia apretó sus labios con evidentes signos de nerviosismo. Dejó que su lengua los recorriera lentamente, sin apartar la mirada de su futuro esposo. Tenía que admitir que estaba muy atractivo con su traje negro y su pelo medio engominado. Algo que sabía que no le duraría mucho, pues su cabello era bastante rebelde. Igual que él.
El novio era guapo. Muy guapo. De esos hombres que cuando pasan a tu lado, no puedes dejar de mirarlo. Da igual si estás soltera, casada o en pareja, o si eres un chico. El castaño que le medio sonreía, siempre acaparaba las miradas allí donde fuera. Como en el caso de ella.
- ¿Te estás arrepintiendo? -le preguntó él ocultando su desasosiego, detrás de una taimada sonrisa.
- Eso debería preguntártelo yo a ti -le dijo ella alzando su barbilla en su dirección.
- ¿Yo? Para nada, chaton -una burlona sonrisa salió de su boca consiguiendo que ella rodara sus ojos, pero, que a cambio, sonriera.
- Te encanta llamarme gatita.
- Me gusta más cuando sacas tus uñas y las clavas en mi espalda -ella dejó que un lento suspiro saliera de su garganta y se llevó las manos a la cadenita que descansaba en su cuello. La movió repetidas veces intentando que ese movimiento la tranquilizara -dime que no estamos cometiendo una locura. Necesito que me lo digas.
El castaño chasqueó su lengua. Se acercó lentamente hacia donde ella estaba. Sus manos se posaron en su cintura, para mirarla con calma. Estaba prendado de sus ojos azulados. Siempre que los miraba sentía que se perdía en ellos. ¿Cómo coño iba a decirle que lo que iban a hacer, ese imprevisible que los dos habían decidido, era la mejor puta decisión que había tomado en su vida? Decidió que no se lo iba a decir. Se lo iba a demostrar.
- Estamos cometiendo una locura -le confirmo él con una sonrisa burlona- pero, ninguno de los dos está muy cuerdo. Y sinceramente, me encanta volverme loco contigo. Bueno, no, miento, tú me vuelves loco.
- Lo sabes todo de mi. Mis razones para hacerlo y lo que quiero, y aún así, aquí estás -le recordó ella sintiendo que los latidos de su corazón golpeaban en su pecho, cada vez con más insistencia. Si él decidía no seguir adelante, jamás se lo reprocharía. Pero, sabía que nunca lo haría. Él deseaba esta boda mucho más que ella.
- De ti no voy a huir en la vida. Yo ya te di una razón para hacer esto, y aún así, también sigues a mi lado -se acercó a ella y rozó sus labios unos segundos. Porque se moría por besarla y probar de nuevo el sabor de su boca. Ese con el que no podía dejar de pensar desde que se besaran por primera vez.
- No conozco otro sitio mejor donde estar, que contigo -le admitió la futura novia para, después, apoyar su cabeza en su pecho. Escuchar los latidos de su corazón tenía que admitir que era algo que la calmaba. Y ella estaba muy necesitada de esto.
