Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llev...
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📅 VIERNES 1 DE SEPTIEMBRE DE 2023
📅 CINCO DÍAS DESPUÉS
📍 MONZA
Monza. El templo de la velocidad. Un lugar que no olvidaré nunca por todo lo que creo que va a pasar hoy. Me muerdo el labio superior intentando calmar mis nervios. Mis dedos golpean rítmicamente contra mi brazo mientras espero mi turno para pasar la tarjeta por el torno de entrada. Cojo aire y lo suelto lentamente. Esto no me calma. Y yo no me tranquilizo para nada. Es mi turno de entrar. Pongo mi pase en el cilindro y me fijo en lo que la letras en la pequeña pantalla muestran. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Esto ha sido idea de Charles, estoy segura.
Me clavo las uñas en la palma de mi mano intentando aparentar que no estoy molesta, aunque estoy enfadada de cojones.
- Señora Leclerc –uno de los guardias de la entrada me sonríe cuando se aparta un poco para que pase. Esbozo una sonrisa, disimulando mi fastidio.
- ¿Todo bien? –ajusto mis gafas de sol mientras Charles me tiende su mano. Entrelazo mis dedos con los de él y juntos caminamos hacia el box de Ferrari. Aguanto la respiración unos segundos, hasta que acabo chasqueando mi lengua contra el paladar.
- ¿En serio? Diana Leclerc. Joder, Charles. En España no se estila que la esposa lleve el apellido del marido –le señalo mi acreditación, la que él me dio esta mañana, y ahora entiendo que él quisiera encargarse de todo. La cojo entre mis dedos y maldigo ser tan idiota, porque también en ella pone mi nombre con el apellido de Charles, algo de lo que no me percaté cuando me puse.
- Pues aquí, si. Y en Mónaco también. Además, que me hace ilusión que lleves mi apellido, por fi –los morritos de Charles se curvan de una manera monísima mientras ladea un poco su cabeza hacia mi. Agito mi cabeza de un lado a otro y después de pensarlo unos segundos, accedo a su petición. A mi hermana la suelen llamar señora Sainz y muy orgullosa que está ella de serlo.
- Está bien. Pero por dios, que dejen de llamarme señora Leclerc, me hacen sentir más mayor de lo que soy -le respondo a la vez que él esboza una sonrisa triunfal que me hace sonreír a mi también.
Charles intensifica su agarre sobre mis dedos. Nos adentramos en el paddock y ahora si que estoy nerviosa de verdad. No es la primera vez que camino por aquí, pero si haciéndolo como la mujer de Charles Leclerc. Y eso impone.
- Relájate, gatita. Como dice Lenna, orgullo y cabeza alta.
Asiento con mi cabeza e intento abstraerme de todo lo de mi alrededor. Sé que la gente nos mira. Sé que nos hacen fotos que seguramente en unos minutos se viralicen en internet, pero, sentir los dedos de Charles agarrados a los míos, y como él camina con determinación, hace que lo demás como que no me importe.
-Ya estamos casi -me dice él sonriéndome. De esa forma tan arrebatadora que tiene que por mi se puede ir todo a la mierda, si él sigue estando a mi lado.
