Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llev...
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📆DOMINGO 24 DE DICIEMBRE DE 2024
📆DOS SEMANAS DESPUÉS
📌HASSELT, BÉLGICA
En ésta parte de Europa hace un frío de cojones. Mira que no es la primera vez que estoy aquí, y tendría que estar acostumbrado, pero, después de que Diana, Arthur y yo nos fuéramos unos días a la Isla de Max, estas temperaturas me molestan.
Me acerco a mi mujer que está pendiente de como nuestro hijo juega con Ingrid y Jane en la alfombra de juegos. Arthur es más mayor que ellas y parece enseñarles lo que tienen que hacer. Deslizo mis brazos por su cintura y la atraigo hacia mi cuerpo para poder tenerla bien cerca.
- ¿Estás bien con estar aquí, amor? –Diana ladea un poco su cabeza. Lo justo para poder hablarme y de paso, sonreírme.
- Claro que si, Charles. Nochebuena con tu familia y Nochevieja con la mía. Y tu familia, son los Verstappen desde hace mucho tiempo.
- Lo son. Más de una Navidad he pasado con ellos porque mis padres estaban viajando recaudando apoyos para su absurda guerra –me lamento un poco recordando todas las fiestas que pasé aquí. Con Max y su familia. Haciéndome olvidar que mis padres pasaban de mí. Que suerte he tenido en la vida de poder contar con ellos.
- Bueno, ya no estás solo. Ahora tienes una familia a tu lado –mi mujer se da la vuelta colocando sus manos en mi cuello. Su familiar tacto es mi calma. La que me hace olvidarme de los malos recuerdos del pasado y centrarme en el presente.
- Te quiero, gatita.
Rozo sus labios unos segundos. Dejo que ella repose su cabeza en mi pecho mientras cierro mis ojos concentrado en su suave respiración. El ruido de pasos me hace separarme de ella y sonreírle a Max y Darcy que aparecen en el comedor.
- Nos hemos quedado sin mantequilla –anuncia Darcy con su abrigo en la mano. Victoria, la hermana de Max viene también detrás de ella- ¿os quedáis con los niños y vamos nosotras a por la mantequilla? ¿vienes, Diana?
- Claro –mi mujer besa mi mejilla y se deshace de mi agarre. Va hacia donde está Arthur y también lo besa, para, segundos después desaparecer con las otras dos chicas.
Me quedo mirándolas frunciendo el ceño y concentro mi mirada en mi amigo.
- ¿Hacen falta tres personas para ir a comprar mantequilla? ¿no podían echarle aceite a lo que fuera? –le pregunto a Max viendo como de repente, su expresión cambia y se torna sorprendido.
- Esas van a tomarse algo, como si lo viera –resopla él dirigiendo sus pasos hacia la ventana. Aparta una de las cortinas y frunce el ceño espiando como las chicas se marchan- nos la han jugado, Leclerc.
- Lo sé. Pero bueno, déjalas, se lo merecen. Además, tengo algo que contarte.
Me llevo a mi amigo a un aparte para que Arthur no pueda oírnos. Mi hijo tiene 3 años, pero, está pendiente de todo, algo que hace las delicias de su tía Valeria, pues mi cuñada conoce casi todo lo que sucede en mi casa. Max se apoya en la chimenea y cruza sus brazos mientras miramos a los niños.
