Charles Leclerc. Le llaman Il predestinato. El niño bonito de Mónaco. Rico, famoso pero con un odioso destino que cumplir. Enamorarse no es una opción para él.
Diana De Luca. Un pasado marcado por la tragedia que la ha hecho desconfiar de todo llev...
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📅 MÁS TARDE
- Dios, la niña es preciosa y eso que se parece a Verstappen –le digo a Darcy. Me acerco a ellas acariciando la mejilla de la pequeña- enhorabuena Evans, ya tienes aquí a tu bebé.
- Gracias, Charlie –dejo un beso en la frente de mi amiga, muy orgulloso de lo que ha hecho.
- Te quiero mucho, Evans.
- Y yo a ti –me respondo sonriéndome.
La pequeña Ingrid Verstappen nació apenas unas horas y nos ha faltado tiempo para entrar y verla. Valeria, Carlos y yo hemos sido los primeros en conocerla, y tengo que decir que desde que he visto a este pequeño ángel, mi corazón ya le pertenece por completo. Más bonita no puede ser.
- ¿Quieres cogerla, Carlos? –le pregunta Darcy al madrileño.
- Claro –responde él. Estoy deseando que estos dos sean padres también.
- ¿Y porqué él primero, y no yo? –protesto no muy indignado- debería ser yo el primero teniendo en cuenta que la niña es medio italiana.
- ¿Italiana? ¿Qué coño dices Leclerc? –me pregunta Max frunciendo el ceño.
- Ha nacido aquí, a pocos kilómetros de Maranello, recuerda lo que te digo Verstappen, ésta niña es una niña Ferrari.
- ¡Por encima de mi cadáver!
- Lo vamos viendo Mad Max –le guiño un ojo a mi amigo provocando que él ruede sus ojos.
Pasan algunos minutos y por fin llega mi turno de coger a Ingrid. Carlos me la pone con mucho cuidado en los brazos. Es tenerla junto a mi y me embarga una emoción difícil de describir. Su pequeño cuerpecito y su olor a bebé me invaden por completo consiguiendo que se me humedezcan los ojos.
- Hola pequeña, soy el tito Charlie. Te voy a mimar mucho y te prometo que te compraré tu primer coche –beso su cabecita y la mezo un poco atontado. Ni siquiera escucho la puerta que se abre entrando Diana por ella.
- Hola –dice la rubia con timidez. Miro a esta mujer, de la que tengo que admitir que si, que como me dijo Darcy, estoy enamorado, pero es muy difícil no hacerlo cuando me mira de esa manera.
- Mira, Ingrid, ésta también es la tita Diana, dile hola, cariño.
Me acerco a la rubia con la niña en los brazos. Puedo sentir el nerviosismo en Diana y como sus labios tiemblan un poco. Ella levanta sus ojos y al clavarlo en los míos, puedo ver que están algo tristes y apesadumbrados, dejándome algo descolocado, pues no esperaba esta reacción por su parte.
- Es muy guapa, Darcy –dice separándose de la pequeña a la que casi ni ha mirado. Se acerca a la pelirroja y le da un abrazo y un enorme beso, para después, hacer lo mismo con Max.
