Owen
Su sabor todavía está en mi boca.
Sus gemidos resuenan en mis oídos.
Agradezco que no esté cerca o vería mi colapso.
No quería irme, pero follar con Zaira abrió una puerta que no puedo cerrar y necesitaba alejarme.
A pesar del ataque de pánico que está por ganarme, acelero el coche. Necesito llegar al cuartel, regresar el puto coche de Bruno y meterme en las duchas para calmarme.
O correr, pero la pierna me duele horrores, aunque fingí que nada pasaba. El cuerpo de Zaira sobre el mío se sintió bien, pero el nervio estropeado hormiguea constantemente. La lluvia y la humedad lo hacen peor.
Logro llegar al cuartel, pero no bajo del vehículo. Apenas respiro y no puedo salir y dejar que Bruno me vea así o se pondrá insoportable. Cuando mi pulso se calma un poco, abro la puerta y desciendo. Camino, poniendo una máscara al pánico que recorre mi rostro y voy a su oficina para arrojarle las llaves.
—Vaya, eso fue... —Bruno me mira y sé que mi intento no ha sido suficiente, porque ve más allá y se acerca —. ¿Qué pasó?
—Nada. Aquí tienes tus llaves —se las doy, pero la mano me tiembla. Lo nota y se acerca —. Solo necesito una ducha, estoy bien.
—¿Qué pasó? —repite la pregunta mientras se acerca más y pone sus manos en mis hombros, llevándome hasta una de sus sillas —. Realmente no necesito una charla, estoy bien. En serio.
Me acerca un vaso con agua, pero no lo bebo. Todavía tengo el sabor de Zaira en mi boca y necesito sacarlo también de mi cuerpo, no solo de mis labios.
—Cuéntame.
—No debiste darme el auto —susurro —, no debí llevarla a la casa.
—Owen...
—¡No debí llevarla!
—Owen —me toma por los hombros y me sacude —. Mirame —lo hago. Tiene la expresión calmada que puede sostener ante cualquier mierda que le arroje la vida y me observa —. ¿Le hiciste daño?
—No.
—Bien —eso parece relajarlo —. Dime qué pasó.
Tuerzo la boca. No quiero decírselo, pero sé que no va a liberarme hasta que lo haga.
—Follamos —digo finalmente —. Me invitó a pasar, ambos... —resoplo —. Tengo una erección constante desde que la conozco, ¿bien? Ni siquiera...
Me froto el muslo, el músculo adolorido me está poniendo peor y el dolor se vuelve inaguantable.
—Ya lo sé, Zaira te gusta —señala —. Por eso fui antes al gimnasio, para que no cometieras una estupidez.
—Bueno, no funcionó —resoplo —. La llevé a su casa, me invitó a pasar y follamos, ¡y la dejé allí!
—¿Ella estaba bien?
Asiento.
—Yo era el que no podía respirar —confieso. Bruno no me juzga por mi mierda emocional, así que lo digo. Por mucho que odie su forma paternal de cuidarme y estar tras mi culo todos los días, él y Travis son las únicas personas con las que puedo hablar sin sentirme juzgado.
Demian me echaría de mi trabajo si supiera la mierda que tengo en la mente, de eso seguro.
—¿Ella te asustó de algún modo?
Niego.
—No fue su culpa, no fue ella —la defiendo —. La situación me superó, tener sexo con ella fue...
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Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...