Owen
La última vez que hice algo como lo que viví hace un rato fue... nunca.
Nunca salí con una mujer que me volviera tan loco como para aceptar ir a la casa de su madre con demencia. En Alemania, conoces a la familia de tu novia cerca de la boda, si es que no la conoces antes, por otro motivos.
Zaira todavía está callada, mirando por la ventana. Estuvo tensa durante toda la comida y yo no sabía muy bien qué hacer. Se sintió como caminar sobre cáscaras de huevo, aunque su madre fue agradable. Intenté ocultar todo lo que represento: marcas en mi piel, rencor, muerte. Cosas que su religión aborrece y con buenas causas.
Repaso las palabras de Soraya en mi cabeza. Aquellas que dijo en la mesa y las que murmuró en mi oído, antes de irnos.
Es claro que salva a todo el mundo, menos a ella misma. Zaira va tocando almas rotas y las ilumina hasta que se recomponen, pero la suya parece marchitarse cada vez más.
Vuelvo a mirarla. No parece triste, pero su expresión es tan reservada, que no sé qué pasa por su cabeza.
—¿Cómo me lo vas a pagar? —le pregunto cuando llegamos a su edificio.
—¿Disculpa?
—No te hagas la tonta. Te dije que habría un precio por todo esto —le recuerdo.
Sonríe, muy levemente. Allí vamos.
—¿Y cómo quieres que te pague?
Finjo pensarlo.
—Estoy sacando cuentas del tiempo que pasé allí, el tener que vestirme con una camisa...
—Usas camisas para ir a Seks.
—Si, pero hoy es domingo —señalo—. ¿Qué más? Tuve que dejar a Glock, así que también debo llevarle algo a ella...
—De haber sabido que esto sería tan caro... —me sonríe ligeramente.
—Hubieras leído la letra pequeña —me burlo—. Ahora vas a tener que pasar el resto del día conmigo.
Jadea exageradamente.
—¿Qué? No, esto claramente es una estafa. Estoy pagando con sobreprecio.
—Habla con Alexis, ella entiende de eso —le respondo, mientras vuelvo a conducir, esta vez en dirección a mi casa.
—Podrías haberme dejado buscar algo de ropa, ¿no?
—Te prestaré algo —le digo, mientras vamos de camino a mi casa—. Estuvo bien —la observo discretamente cuando salimos del centro.
—Si —susurra.
—Clavel de seguro va a insistir con eso de comer todos juntos —carraspea cuando me escucha, sin decir nada.
Conduzco con calma. Una vez en mi casa, bajamos de la camioneta y observo cómo se quita los zapatos sin siquiera llegar a la construcción en sí.
—No los soportaba más —me dice.
Glock, que se arrojó sobre mí ni bien llegamos, la mira y se acerca. Mira sus pies y baja su pico con fuerza.
Zaira chilla.
—Es una forma de reclamarte.
—¿Reclamarme qué? ¡Gallina tóxica!
—Es su forma de reclamarte por no estar aquí —le explico. La idea de que Glock la vea como una persona que debería estar aquí me hace sentir extraño—. Vamos —pongo mi mano en su espalda.
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Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...