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Owen

La escena es surreal.

Estamos revisando todas las instalaciones de Seks para asegurarnos de que nada esté fuera de lugar y otro de los empleados de seguridad no deja de mirar hacia la entrada, donde Zaira está apoyada contra mí moto.

Moto que, claramente, dije que no conduciría.

—¿La conoces? —me pregunta Hector.

—Si.

—Es linda.

—Revisa si hay algo fuera de lugar en la barra.

—Ya revisé.

—Entonces, recoge tus cosas, puedes irte.

Me mira con la ceja arqueada.

—Claro.

Demian me puso a cargo de toda la seguridad hace años y, cuando el club creció, contrató a más personas. Todos responden a mí, así que supongo que soy una especie de encargado de todo esto.

Miro brevemente hacia la entrada, donde está Zaira. Tiene los brazos cruzados, pero es evidente que hace frío y que está tiritando, así que me apresuro a terminar mi revisión, ir a la sala de descanso donde tengo mis cosas y tomo una chaqueta que no pensaba llevarme.

Cuando salgo a la calle, me mira con una sonrisa leve.

—¿Ya podemos irnos? —pregunta.

—Pontela, vas a morir de frío —le arrojo el abrigo, que mira con curiosidad mientras sostengo el casco, esperando a que ella se abrigue—, y esto.

—Hay un solo casco —señala.

—Lo sé.

Me mira, luego al casco y niega.

—Iremos caminando.

—¿Qué? No, claro que no. Tardaremos años.

—Solo estamos a diez minutos de caminata —cuando voy a protestar, insiste—: Soy enfermera, sé cómo se ve el cráneo y el cerebro de alguien que conduce sin casco. Yo paso, gracias.

Suspiro.

—Iré lento, lo prometo.

—Incluso así podríamos sufrir daños —sube el cierre de mi abrigo y sostiene el casco en sus manos—. Aunque tendrás que llevarme de paseo algún día, siempre quise subir a una Ducatti.

Comenzamos a caminar a paso tranquilo, como si no hubiera prisas por llegar a su edificio y arrancarnos las ropa.

—¿Y tu moto?

—Necesita un repuesto importado que sale una fortuna, así que intento no usarla mucho.

—¿La has llevado a un mecánico?

—Ya la revisé, es el alternador, pero necesito una pieza en especifico que solo fabrican en Alemania.

—Vaya...

—Si...—carraspea—. Así que... —la miro, esperando a que continúe—, Marianne parece agradable.

—Lo es.

—Y las demás chicas también.

Asiento.

—¿Ya te han pedido que te unas a la secta?

Se ríe, apenas lo escucho porque un auto pasa por nuestro lado.

—Alexis me habló sobre eso —admite—, me parece agradable que tengan un espacio para hablar. ¿Ustedes no lo tienen?

Morfina | SEKS #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora