Zaira
Alexis abre la puerta de su casa y nos abrazamos.
—¿Estás cocinando? Qué pregunta tonta, siempre estás cocinando.
Resopla. Yo sonrío.
—Pasa, tonta.
—Más respeto, anciana —la sigo y espero el usual correteo de Katia —, ¿Titi en dónde está?
—Con Mat —me explica —, sus padres querían llevarla al cine.
—Qué bien —ya en la cocina, robo de las papitas que hay en la mesa.
—Lávate las manos.
—Ya tengo una madre y tú ya tienes una hija, no me jodas, Ale.
Se ríe.
Lo que más aprecio de mi amistad con esta mujer es que sabemos ver más allá de la mierda. Algunas personas se ofenden con demasiada facilidad, pero Alexis y yo estamos por encima de todo eso.
Supongo que la forma en la que nos conocimos nos hizo así. Creo que si conoces a una persona cuando está en su mejor momento y luego la ves caer poco a poco, es chocante. Con Ale fue todo lo contrario. Quisiera fingir que es una metáfora cuando digo que la conocí cuando sus heridas estaban abiertas, pero es real. A veces la miro y no logro comprender cómo una mujer que pasó por eso sigue de pie y me regaño a mi misma. Soy la primera en decirle que es mucho más que una victima de violación y no debo pensar en ella de ese modo.
—¿Qué estás cocinando?
—Comida.
—Vaya, que graciosa —la observo mientras prepara todo y no siquiera le ofrezco mi ayuda porque nadie toca las cosas en la cocina de Alexis, excepto Katia, tal vez.
—¿Cómo estuvo tu semana? ¿Algún paciente interesante?
—¿Recuerdas a Aaron? Ya está en sala común, lo vi por la mañana —sonrío —, y Quintana ya pudo ver a su esposa.
Me observa.
—Esa es una historia de amor con final final.
—Lo es —asiento —, y el resto de las cosas están bien.
—¿Tu mamá?
Miro mis manos.
—Si, tuvo una semana... buena —suspiro.
Alexis se acomoda frente a mí y deja sus manos sobre la mesa.
—Vas a tener que tomar una decisión, Zai —me dice con suavidad —. Si necesitas ayuda o dinero...
—Estoy bien. Mamá... no quiero sacarla de su casa —admito.
—Zai, tu mamá no está bien.
—Lo está llevando bien —carraspeo.
No estoy en negación, lo juro, pero ya perdí a mi papá y pensar en que la salud de mi madre está complicada me hace sentir sola.
—¿Necesitas ayuda?
Niego. Alexis siempre se ofrece, pero ya tiene demasiado en su plato.
—Estoy pensando que, si la situación se complica, tal vez deba volver a vivir con ella —le comento —. Alicia ya hace demasiado, incluso más de lo que le corresponde y no tengo presupuesto para contratar a alguien más.
—Te daré el dinero.
—¡No! Claro que no.
—Zaira, por favor. No seas tan terca —suspira —, ni Katia ni yo nos quedaremos sin comida —promete.
ESTÁS LEYENDO
Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...