Zaira
Por un momento, creo que Owen va a conducir a su casa, pero no lo hace. Vamos al centro de la ciudad.
—¿Qué quieres comer?
—Cualquier cosa.
—Sé un poco más específica —resopla.
—Creo que hay un lugar aquí cerca que vende tacos.
—¿Frente al museo?
Asiento.
No demoramos en estar allí. Está en un lugar tranquilo y poco concurrido, que nos da algo de privacidad en una plaza.
—¿Qué quieres pedir?
—Nikolai siempre dice que venden unos de carne que son decentes —me dice, mientras acomoda la moto cerca de un árbol. Deja los cascos en los manubrios—. ¿Quieres de esos?
Caminamos hacia el puesto, donde está el listado de posibles rellenos y los leo con atención.
—Esos —señalo unos de pollo y él los pide. Paga y los carga hasta la mesa bajo el árbol, donde nos sentamos.
—¿Qué tal estuvo la reunión? —me pregunta.
—Estuvo bien, fue agradable —le digo—. Carol mencionó que ayudaste a planear los protocolos de seguridad del club.
Asiente.
—Fue hace años.
—¿Y conseguiste la información de otro lugar o solo se te ocurrió?
Parece pensar en su respuesta. Como prometió ser honesto conmigo, revisa cómo decir las cosas, al parecer.
—Trabajé en otro club antes de Seks y tenía una idea de lo que estaba bien y mal.
—¿Aquí?
—En Rusia —responde vagamente.
—¿Rusia? Vaya, ¿qué hacías en Rusia? ¿Hablas ruso?
—Lo entiendo, pero mi pronunciación es pésima —contesta—, y estaba en Rusia porque mi trabajo me llevó allí.
—¿El club?
Se rasca la barbilla.
—El ejército, por decirlo de algún modo.
—¿Entrenamientos? A mi padre lo desplegaron en Australia para misiones de paz.
—Todos los ejércitos tienen un grupo dedicado a la inteligencia —dice—, son quienes se ocupan de cuidar y proteger a los altos cargos del poder político, especialmente aquellos en el extranjero.
—¿Estabas protegiendo a alguien?
Asiente.
—Es bastante confidencial, Zaira, realmente prefiero no indagar en eso.
—Pero, ¿al presidente o algo así? —la curiosidad me gana.
Owen sonríe y niega.
—A otro tipo.
—¿Y cómo es que eso te llevó a trabajar en un club?
Resopla.
—También es confidencial, pero... pero podemos hablar de otras cosas.
—¿Qué cosas?
—¿Cómo está tu madre?
—Bien —murmuro—, ni mejor ni peor —carraspeo—. ¿Te gusta trabajar en Seks?
—No puedo quejarme —se echa hacia atrás y me observa—. ¿Lo vas a convertir en una entrevista?
—No, solo quiero que respondas lo básico —admito—. ¿En qué ciudad creciste?
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Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...