Zaira
El camino a la casa de Owen es una tortura. Vamos en su moto y la forma en la que su cuerpo queda entre mis piernas cuando conduce, se siente como una premisa de lo que continuará en su casa.
Conduce rápido, acelerando por las calles hasta que nos alejamos del centro y pasamos el puente a la zona más rural. Me encanta ese puente. Es un lugar al que solía venir con Bash y mis padres. Antes, hace muchos años estaba rodeado por más tierra y era un lugar donde mis padres tomaban mate —una chica en mi universidad era de Argentina y siempre discutimos el origen del mate, pero lo que ellos beben y lo que tomamos en Siria es algo diferente— y los recuerdos me hacen transitar esa parte del camino con algo de nostalgia.
Cuando llegamos a la casa de Owen, Glock se nos acerca. Esta vez, la ausencia de Owen no amerita su reacción tóxica, pero me mira con curiosidad.
¿Otra vez tú?, debe pensar.
Apenas alcanzo a desmontar la moto y quitarme el casco, cuando Owen me sujeta contra su cuerpo.
—¿Qué...? —mi mente no procesa lo que pasa tan rápido y solo unos segundos después, mi cabeza cuelga cerca de su cadera—. ¿¡Owen, qué....?!
—No grites, Zaira. Glock tiene la audición sensible —su mano impacta contra mi trasero mientras camina hacia la casa.
—¿Por qué haces esto? —la falta de aire hace que mi voz salga como un jadeo.
—Asumí que estabas cansada, solo te estoy haciendo un favor —no habla más hasta que llegamos a su habitación y me arroja a la cama. El cabecero golpea la pared haciendo un ruido que me hace pensar en cosas que no debería y Owen sonríe. Me sujeta de la pantorrilla, clavando sus dedos para acercarme al borde de la cama y suelto un sonido lastimero—. ¿Qué sucede?
—Me duele todo el cuerpo.
Arquea las cejas.
—Pobrecita.
—Y tú queriendo atarme —susurro—, eres un mal entrenador.
Se quita el cinturón, dejándolo como una advertencia clara justo al lado de mi cuerpo.
—Continúa.
—Ni siquiera me hiciste elongar los músculos, podría tener un desgarro.
—Es bueno que vayas a pasar la noche en el hospital, entonces.
Quiero hacer un comentario hiriente, pero no me deja. Me pone boca abajo, sostiene mis manos con una de las suyas y baja mi pantalón, apretando mi culo en su mano. Hace lo mismo con mis piernas, bajando por ellas con presión.
—Te haré elongar, no te preocupes —murmura. Se deshace de los zapatos y los pantalones, jugando con el elástico de las bragas, que pronto acompañan el resto de la ropa.
Cuando la parte inferior de mi cuerpo está desnuda, vuelvo a estar boca arriba. La mirada de Owen deja en claro que no terminó de torturarme y se toma su tiempo para sacarme la camiseta y el sostén.
Una vez desnuda, me admira. Tuerce su boca ligeramente y pasa sus manos por mis brazos y mis pechos. Mira alrededor, buscando algo y no sé si reír o correr cuando deja una caja con diversos juguetes, restricciones en la cama, justo a mi lado.
—¿De dónde sacaste todo eso?
—De Seks.
—¿Lo robaste?
Me mira con el ceño fruncido.
—¿Por qué crees que lo robaría?
—¿Demian lo sabe?
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Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...