Owen
El maldito Aserejé.
Eso puso hoy.
Zaira es una mujer que, en solo dos días, desestabilizó mi perfectamente ordenada vida.
—Apaga eso —le gruño al otro lado del gimnasio, sin entender las emociones que me genera la chica.
Me molesta no haber dejado de pensar en ella. Me enfada no haber sido capaz de quitarla de mi cabeza desde nuestro único encuentro y la forma en que la que su mierda me sacó chispas.
La odio.
No me agrada.
Lena y sus amenazas pueden irse a la mierda.
—¡Deberías tratar de disfrutar más la vida! —me grita.
—Ponte a calentar y deja de hacerme perder el tiempo —le gruño, de nuevo.
Todo lo que recibió de mí hasta ahora fueron pésimas contestaciones, pero puedo ver la sonrisa desde aquí.
—Te propongo algo —lejos de obedecer, se acerca a mí con pequeños saltos y deja sus manos a cada lado —. Me dejas poner una de mis canciones...
—No.
No se rinde. Joder, qué exasperante.
—Solo una —insiste —, y luego podrás elegir la música que quieras.
—No escucho música para entrenar, Zaira —le respondo estoicamente. Parece una declaración que la deja perpleja por algunos segundos.
—No podría hacerlo —determina —, escucharme a mí misma jadear mientras corro no es agradable.
Mi mandíbula se tensa. No quiero pensar en ella de ese modo, pero lo hago. La imagino gimiendo y jadeando mientras...
—Si quieres música, ponte auriculares.
Luce confundida.
—¿Alguna vez sonríes, Owen?
La pregunta me toma por sorpresa.
—No —admito.
—¿Puedes intentarlo, al menos?
Aprieto los labios.
—¿Todo es un desafío para ti? —cuestiono.
—No, no todo —sonríe. Me molesta que pueda hacerlo con tanta facilidad —, pero los desafíos me gustan.
Su admisión me hace observarla.
La mujer me crea un conflicto que no puedo resolver y eso no es bueno. No funciono bien cuando hay conflictos. Hace años, podía ser práctico y resolver todo con la mente fría y ahora solo termino enredado en más problemas.
—Te propongo algo —me detengo frente a ella y dejo las manos tras mis espaldas para que no vea la forma en la que se ajustan mis nudillos —. Haz el calentamiento sin fastidiar mi existencia y dejaré que pongas una de esas canciones ridículas.
—Es un poco difícil no fastidiarte —señala —, a veces creo que mi presencia, de por sí, te molesta.
Lo hace, si. Su presencia me jode la existencia.
—Tenemos diferentes sintonías —le respondo. Nos separan pocos pasos y debo bajar mi mentón para observarla. Es bajita y tiene aspecto delicado. Su cabello es grueso y oscuro, sujeto en la parte alta de su cabeza mientras que sus ojos con forma de almendra me miran con intensidad. ¿Son así de oscuras sus pestañas o se ha puesto algo?
—¿Por qué me miras así? —por primera vez, veo algo de preocupación en su rostro —. Escucha, no quise... —se detiene a mitad de la frase —. Lo lamento.

ESTÁS LEYENDO
Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...