Owen
Su voz parece el canto de una sirena.
—Owen —vuelve a repetir mi nombre y se acerca para tocar mi hombro.
Miro a Zaira, quitando mis ojos de las pequeñas criaturas a nuestro alrededor y trago saliva.
—¿Sucede algo?
—Parecías ido, ¿estás bien?
Zaira nota los detalles. Demasiado. Y me molesta, porque hay cosas que preferiría que pasen desapercibidas.
—Claro, solo estaba pensando —ladeo el rostro—, ¿Alexis no ha venido?
—Llegó hace unos minutos, la iba a saludar.
—Deberías ir —murmuro.
Me mira con intensidad.
—¿Estás bien?
Me esfuerzo en sonreír y me inclino más cerca de ella, todavía sin tocarla. A pesar del sabor amargo en mi estómago, mirarla me hace sentir un poco mejor.
—¿Acaso te preocupas por mí, luciérnaga?
Alza el mentón, fijando sus ojos en los míos.
—Solo quiero saber si estás bien.
Miro su boca.
—Lo estaré si me besas.
Ella parece sorprendida y yo también lo estoy por pedírselo. Mira alrededor, se acerca hasta que nuestros pies se chocan y sus manos suben hasta mis hombros.
—¿Quieres que te bese? —cuestiona.
No le respondo con palabras, sino que me inclino y la beso yo, dejando mi mano en su nuca.
Cuando me alejo, sé que nos están mirando. Clavel tiene una sonrisa que parece sacada de una película de terror y Bruno tiene una expresión que no comprendo. Lena, más atrás, está seria.
—Creo que iré a saludar a Alexis —murmura, mirándome con ojos entrecerrados.
Asiento. Es mejor para ella si se aleja de mí en este momento o podría querer arrastrarla a algún lugar alejado para follarla.
Cuando me quedo solo, noto que Clavel se acerca.
—Hoy no puedes decirme que mi azúcar baja me hizo delirar —comenta. Me extiende una porción de su famoso pastel de coco y mira alrededor—. ¿Cómo lo llevas?
—Bien —encuentro a Zaira a varios metros y mi mirada se fija en ella.
—Travis está llegando, Adabel viene con él.
Le sonrío.
—¿Por qué suenas como una anciana maquiavélica?
Resopla. Se aleja, fingiendo estar ofendida por mi forma de llamarla y me termino el pastel antes de que Bruno se me acerque. Como Alexis está con Zaira tras su hija, tiene que poner su complejo heroico sobre alguien más y, al parecer, salí ganador en el sorteo.
—Fue un buen beso —comenta, parándose a mi lado y observando todo el panorama, como si no quisiera acribillarme a preguntas.
—¿Mejor que el que espiaste por tus cámaras, voyeurista?
Me mira por el rabillo del ojo.
—Intenté conseguir algo de información de Zaira, pero no me dijo nada.
Aprieto los labios para no sonreír.
—Qué sorpresa, alguien de Seks que no vive de los chismes.
Suspira.
ESTÁS LEYENDO
Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...