Zaira
Veo a Alexis dos veces la siguiente semana, pero no le digo lo que pasó en el hospital. A diferencia de mí, Ale es un poco más temerosa con algunas cosas y no quiero que se preocupe. Por eso es que decido mantener la conversación en su zona y escucho con lujo de detalles todo lo que está pasando con Bruno.
Me alegro tanto de verla bien, que no hay nada que me borre la sonrisa tonta que pongo cada vez que me da indicadores de que parece un buen tipo.
—¿Y tú con Owen?
Muevo la copa de vino blanco. Katia ya se fue a dormir y estamos en el sofá de su casa. Adoptó a Kaile, la perra del cuartel donde conocí a Owen, y ahora ella parece atenta a todo nuestro chisme.
Después de lo que pasó en el hospital, Owen me fue a buscar a la noche siguiente. Se me hizo un gesto dulce, especialmente porque lo preguntó antes y me llevó a mi casa para irse a trabajar al club.
—Pues... Estamos bien, creo. Le iba a decir que podríamos ir a la feria o algo así, pero no sé si sea buena idea.
—¡Si!
Sonrío.
De seguro está recordando cuando Bruno le consiguió un espantoso oso de peluche.
—¿Y la terapia? —bebo un poco más del vino.
Alexis lleva años en terapia, pero empezó con un nuevo psicólogo que me tiene curiosa. Es hombre —lo que no es malo, pero es curioso que Ale vaya con él— y tiene métodos pocos convencionales, que la están ayudando.
Bruno se lo consiguió.
—Va bien, pude hablar de algunas cosas —responde vagamente—. Katia parece quererlo.
—¿Al psicólogo?
—A Bruno, Zai.
—Oh, eso es bueno, ¿no? Es bueno que tu hija se sienta cómoda con las personas que dejas entrar a tu casa y en las que tú confías.
Me mira, bebe un poco del vino y Kaile se nos acerca. Apoya su cabeza en los muslos de Alexis —algo que ya hizo tres veces hoy— y no me resisto a tocarle las orejas.
—Supongo que sí.
—Katia es muy inteligente —le recuerdo—, y si ve que estas bien, es obvio que aceptará a Bruno. Los niños son muy intuitivos. Titi lo es.
El recelo extremo de Alexis con los adultos cercanos a su hija es comprensible. Creció con padres malos, ausentes. Nunca quiso entrar en detalles y yo nunca se los pedí, pero sigue dañada por eso y, a veces, lo proyecta en mi sobrina.
—¿Cómo está tu mamá?
Mi madre...
A veces intento no pensar en ella, porque es algo que me agota. Recordar todo el tiempo que ella tiene un mundo creado en su mente me duele y, estás semanas, no soporto sus preguntas sobre mi padre y Bash. Cometí el error de dejar el noticiero encendido en el descanso del trabajo y vi las noticias sobre la guerra. Mencionaron la última ubicación de mi hermano y, por mucho que intente aferrarme a las esperanzas, sé que podría estar muerto.
—Viste las noticias, ¿no? —me pregunta con ese tono maternal y que parece venir acompañado del aroma de algo horneado.
Asiento en silencio.
—Cinco oficiales heridos, tres muertos. Uno podría ser mi hermano —me tomo lo que queda de vino.
Esta vez, Kaile parece creer que yo necesito algún tipo de apoyo, porque pone su pata con lunares negros en mi muslo. Acaricio sus orejas y le sonrío.
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Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...