9

22.6K 2.1K 381
                                    

Zaira

El hombre no se demora mucho en el baño. Se lavó el rostro, al parecer, y evito pensar en cualquier otra parte de su cuerpo.

—Si necesitas o quieres darte una ducha...

—Estoy bien —responde. Parece bastante calmado y camina de regreso al sofá donde acabamos de tener sexo y se acomoda a mi lado, observándome de lado—. Creí que te había pedido que estuvieras desnuda, Zaira.

Le sonrío. Mis palabras están llenas de veneno dulce cuando le hablo:

—No te ganaste mi sumisión, Owen. No esperes que aguarde por ti desnuda y de rodillas cuando no hemos establecido nada.

Parpadea.

—Tienes razón.

No se disculpa, tampoco parece seguir conectado a este mundo, porque sacude la cabeza levemente antes de poner sus ojos en mí.

—Dijiste que querías hablar —le recuerdo.

Asiente.

—Tenemos que establecer un... perímetro —lo miro con confusión—. Límites, Zaira, necesitamos límites y reglas para que esto funcione.

—Vaya, sigues siendo un soldado aunque no lleves más el uniforme —se tensa ante mis palabras—, pero tienes razón. Debemos tener límites.

—Sí —se queda callado por segundos que se hacen eternos—. Para empezar, no... no esperes más que esto. No esperes una relación, flores, gestos románticos o...

—Ya habías dicho eso.

—Quiero que quede bien claro.

—No busco nada más que tener sexo sin compromiso —le digo—, realmente es todo lo que busco contigo... además de las clases, por supuesto.

Me mira. Su cabeza se ladea levemente cuando declara:

—No pareces la clase de chica que busca tener sexo y ya.

—¿Luzco como la clase de chica que quiere un marido, hijos, un perro y una bonita cocina?

—Supongo que sí.

—Te equivocas —digo con calma—. No tengo tiempo para pensar en relaciones serias. Son desgastantes, demandan tiempo y una dedicación que no puedo poner ahora.

—¿Qué haces además del trabajo e ir a las clases?

Lo miro en silencio. Hablar de mamá, Katia o Alexis es algo pantanoso, del terreno que ni él ni yo queremos explorar.

—¿Por qué vas todos los días al cuartel? No trabajas allí.

—No respondiste —me acusa.

—Tú tampoco, para el caso —carraspeo—, así que pensé que dejarías de hurgar en mi itinerario si preguntaba algo personal.

Tuerce la boca. Estoy a nada de llevar mis dedos y forzar una sonrisa en sus labios solo para saciar mi curiosidad y saber cómo se ve, pero resisto el impulso.

—Podrías decir que era una pregunta fuera del... perímetro y ya.

Lo observo.

—El lenguaje militar no es lo mío, Owen —me recuesto contra los almohadones y suspiro—. ¿Puedo saber qué cargo obtuviste?

—¿En el ejército? —asiento—. Es una pregunta personal.

Aprieto los labios.

—Realmente solo vamos a tener sexo y ya.

Morfina | SEKS #6Donde viven las historias. Descúbrelo ahora