Me calmo un rato después. Owen me mira una y otra vez mientras prepara la cena y yo me debato entre comer aquí o ir a la sala y hacerlo en el sofá. De cualquier forma, ambos espacios se sienten por demás íntimos y es extraño, pero agradezco su inesperada compañía.
—¿Qué películas estabas mirando?
—Una en la que un hombre se da cuenta de que ama a su mejor amiga cuando ella va a casarse con el que parece ser el hombre perfecto —detallo—, pero podemos ver otra cosa.
—Me da igual.
—No tienes que fingir que te gusta —le digo.
Su expresión se ablanda un poco.
—Vaya, realmente estoy dejando una buena impresión contigo —suspira y apaga el fuego—. No tengo problemas con las películas románticas.
Asiento de forma distraída.
—¿Puedo preguntar algo?
Me observa.
—Estás mejor, al parecer —murmura—. Adelante.
—Dijiste que aprendiste sobre perder a los que amas desde pequeño, ¿a qué te refieres?
Está de espaldas a mí cuando responde.
—No conocí a mi madre, murió cuando tenía un año. Mi padre me crió hasta los siete y también se fue —cartaspea—, no tenía más familia, así que... ya sabes.
—¿Quién te cuidó?
—Un amigo de mi padre que estaba en la milicia.
—¿Por eso entraste al ejército?
Asiente.
—Deberíamos comer —dice.
Acomodo las cosas en la mesa pequeña que está frente al sofá. No comenta nada sobre mí elección de película y apenas dice algo en el tiempo que tardamos en comer.
—Lena me dijo que estabas de mal humor por la mañana —comentó. El silencio mientras pasan los créditos me molesta y no sé a qué tema de conversación recurrir.
Mira la lata de cerveza en su mano antes de responder.
—Suelo estar de mal humor, no sé por qué Lena lo señaló.
—¿Sucedió algo?
Niega. Sin embargo, lo veo llevar discretamente su mano a la pierna y frotarse el muslo.
—Los días grises son una mierda —cuando muevo la cabeza en un asentimiento leve, me observa—. ¿De dónde viene el miedo a las tormentas?
—No es el agua lo que me aterra, son los truenos —admito—. Cuando... cuando estábamos en Siria, bombardearon Damasco. Yo vivía en las afueras, en una casa de campo con mis padres y estábamos lejos del conflicto, pero, un día, atacaron a pocos kilómetros. No puedo sacar ese ruido de mi mente y los truenos...
—Suenan similar —reconoce—, entiendo por qué te asustan.
—¿Alguna vez viste algo así?
Mira un punto fijo en la pared por varios segundos y luego cambia de tema.
—¿Qué te ha parecido Seks?
—¿A qué te refieres?
—La experiencia.
—¿La experiencia del club o la experiencia que me diste en la parte de atrás?
Tuerce la boca. Hoy no merezco sus sonrisas, al parecer.
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Morfina | SEKS #6
ChickLitSERIE SEKS, LIBRO #6 Zaira trabaja en un hospital. Owen en un club fetichista. Sus vidas no deberían cruzarse, pero cuando la enfermera comienza a tomar clases de defensa que Owen imparte, sus destinos se entrelazan y la tensión entre ellos hace im...