Fui hasta la cafetería para comprar algo.
Había una larga fila por lo que tuve que esperar pacientemente.
Todo sería mejor si tuviera alguien con quien charlar y distraerme, como no es el caso mi mente se concentra en lo que dicen las personas de mi alrededor.
—¿Vieron la pibita que le quitó el lugar a Ivan? —Escuché que susurró alguien.
—Ay si boluda, para mi que es re interesada —una risa insoportable inundó el lugar —. Ay, ¿qué miran? —chilló cuando la mayoría la miro mal por querer llamar la atención.
—Paren chicas, ¿no es ella? —Sentí la miradas de todas sobre mi espalda.
—Mejor si escucho. —Se rieron.
—¿Así que sos vos? —una piba alta y rubia apareció en mi campo de visión.
La miré aburrida.
—¿Qué? —pregunté para que sea más clara.
Rodó sus ojos verdes.
—¿Sos sorda? ¿Si sos vos la que se sentó con Ivan? —repitió.
—No sé quien es Ivan —contesté cortante.
—Todos en esta escuela saben quien es Ivan, no te hagas la tonta. —Con su dedo índice y su uña filosa toco mi frente.
—No me toques. —Le di un manotazo para que se aleje.
—¡Ahia! —gritó exageradamente —. ¿¡Por qué me pegas si yo no te hice nada!? —dramatizo.
—Ay, amiga ¿estas bien? —las demás vinieron a su rescate.
—¿Qué te pasa? Enferma —dijo una que tenía el pelo gris. Como les encanta quemarse la cabeza con agua oxigenada... y el cerebro de paso.
Por suerte nunca se me dio por decolorar mi pelo castaño claro y lo agradezco.
—No le hice nada. —Rodé mis ojos celestes.
Sin querer estar más tiempo discutiendo con unas huecas salí de la fila y me fui.
Afuera hay una banda de patio, Campus le dicen. Ahora que me acuerdo, tengo la obligación de hacer algún deporte, me inclino más por el Jockey ya que mis papás me obligaban a practicarlo de chica.
Caminé con curiosidad por el lugar deteniendome en un árbol solitario. Por suerte hoy no hace ni tanto frío ni tanto calor.
Me senté abajo de este y me puse mis auriculares inalambricos para sumergirme en la música e ignorar mi alrededor.
Desde acá se puede ver la cancha de Rugby llena de chabones empujandose a todo lo que da.
Mirándolos sentí como mis ojos se volvian cada vez más pesados.
(...)
Me desperté al sentir un leve toque en mi cabeza.
Pestañee lentamente hasta poder enfocar mi vista en la persona que tengo en frente.
Centré mi atención en sus labios que se movían y soltaban algo que no entendía.
Me saqué un auricular y levante mis ojos hasta los del desconocido para entenderlo.
—Vas a llegar tarde —dijo una voz para nada amable.
Observé al pibe que hoy tiró mi mochila al piso. Parecía tener puesta ropa de educación física, su respiración estaba agitada y gotas de sudor se deslizaban por su frente. Lejos de desagradarme quede embobada con la imagen.
—Ah, si —dije cuando caí en la realidad y me levanté —. Gracias —fue lo último que dije antes de desaparecer de su vista.
Me devolvió el favor.
Revisé donde tenía mi siguiente clase y fui a sentarme nuevamente en un banco del fondo. No creo que el dueño de este venga por ahora.
Como hicieron desde que llegue: todos me miraban y hablaban entre ellos de mi.
Para evitar conflictos los ignoré lo más que pude, aunque no evitaba rodar los ojos al escuchar alguna pelotudes.
Después de unas horas finalmente me pude ir.
Guardé mis cosas y salí del instituto con mis auriculares ya puestos. Mi nueva casa está aproximadamente a diez cuadras, así que no tengo problema en volver caminando, además esta es una zona bastante transitada no creo que me caguen robando.
Inspiré hondo mientras me tomaba el tiempo de observar mi alrededor. Por más que le quiera echar ganas me siento vacía. Es como si estuviera en medio de un limbo.
Un empujón a mis espaldas me hizo salir de mi burbuja.
Me quité un auricular y di la vuelta con una expresión enojada.
—¿Tenes algún problema? —le pregunté a la rubia de la cafetería.
—Mi problema es que existas ¿entendes? —Se rió.
—¿Querés que nos caguemos a palos así te sacas las ganas? —pregunté dispuesta a arrancarle las mechas.
En sus ojos se visualizo la duda y el miedo.
—¿Así arreglan los problemas las villeras como vos? —Levantó una ceja con superioridad.
—No, pero como a vos no te llega el agua al tanque es lo que hay. —Me encogí de hombros.
—¿Vos sabes quien es mi papá? —preguntó indignada.
—Una persona de mierda tiene que ser para haberte criado así —admití.
—No te pases de viva, puedo hacer que te expulsen —amenazó.
—Me haces un favor, linda. —Le tiré un beso y di media vuelta para seguir con mi camino.
Me quedo con ganas de cagarla a palos, que sea más alta que yo no me intimida. De hecho no es que yo sea alguien enana, pero esta chica debe pasar el metro setenta fácil.
"Gato negro" de Wos suena obligándome a ponerme el auricular que me saqué en la pequeña disputa.
Después de unos minutos caigo en que el chico enrulado va caminando adelante mio. Al parecer él sintió mi mirada porque me miró por encima de su hombro.
Sin querer más problemas desvíe mis ojos al piso.
Segui caminando sin tomarle importancia hasta que me choque contra algo demasiado cálido para ser la pared.
Levanté la mirada y estaba él.
—Perdón —balbucee alejándome.
—No me estas siguiendo ¿no? —preguntó observándome desde arriba intimidante.
—Que flashas. —Fruncí el ceño —. ¿Para qué te iba a seguir?
—Dicen que sos una acosadora —dijo aburrido.
—Y una interesada —agregué.
—También. —Asintió.
—¿Y vos te crees esas estupideces? —me burle —. Sos igual que ellos. —Aproveché que el semáforo nos dio paso y crucé dejándolo atrás.
Cuando pasé una mano rodeó mi brazo impidiendome seguir.
—¿Quién te pensas que sos? —recriminó con dureza —. Yo no soy igual a esos —aseguró.
—No parece. —Me solté de su firme agarre.
—No me conoces.
—Y vos a mi tampoco —retruqué.
Bufó y analizó mis ojos.
—Que mina estúpida —finalizó para seguir caminando.
—Estúpida tu vieja —dije lo suficientemente alto como para que me escuche.
—Chupala. —Me mostró el dedo de en medio sin darse vuelta.
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Abismo; Spreen
FanfictionMirabel ingresa a una escuela de ricos donde se convierte en la burla de todos por el simple hecho de ser diferente. Aunque su actitud no permite que la pasen por encima, un día estas burlas se salen de control y la persona que ella menos espera ilu...