Capítulo 26.

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—Es la misma verga. —Resopló

—No es lo mismo —discutí.

—Para mi si —finalizó enojado.

—Pensa lo que quieras. —Me alejé —. Ahora si lo voy a dar todo —hablé refiriéndome a la tarea para cambiar de tema.

—Dibujas bien, eh, lastima que tapas todo lo que copias —recriminó pasando las hojas de mi cuaderno.

—Que me importa. —Me encogí de hombros y le quité el cuaderno de las manos para admirar mis obras de arte —. A mi me gustan. —Sonreí conforme.

—A mi me gustas vos —admitió en voz baja.

—¿Qué? —me hice la desentendida y lo miré confundida.

—¿Querés que te lo repita? —Elevó una de sus cejas espesas levemente.

—¿Toda la explicación? Si, dale. —Apoyé el cuaderno en la mesa.

Rendido volvió a explicarme todo otra vez.

Nos tomó un tiempo porque mi cabeza no lograba guardar toda la data nueva.

(...)

—¿Qué te pasa mi vida? —me preguntó Cristina.

—Física me tiene mal —lloriquee haciendo un puchero.

—Pobrecita, eso es maltrato infantil —Cris me miró apenada.

—Infantil las bolas —se escuchó que dijo Ivan con su voz grave.

—La física es buena —soltó Carlos como si eso fuera a ayudarme.

Arrugué la nariz disgustada.

—¿De qué me sirve la física para ser abogada? —Resoplé.

—¿Querés ser abogada? Nunca tocamos ese tema. —Cris se acomodó en su lugar emocionada.

—Por ahora eso es lo que quiero —informé.

Cada semana cambio de carrera.

Carlos y Cristina me hicieron un cuestionario poniéndome muy contenta de que se interesen en mí.

Estas cosas en mi casa nunca me pasaron.

¿Es normal que me sienta así de bien lejos de mi familia?

Terminamos de comer y seguí repasando.

—¿A dónde vas? —le pregunté a Ivan sabiendo perfectamente que se iba a encerrar a jugar a los jueguitos.

Quiero que me muestre.

—¿No podes estar sin mi un rato? —me preguntó burlón.

Rodé los ojos y volví a mirar mi tarea.

—Pásala bien —respondí sin interés.

Escuché como Ivan soltó aire y se acercó.

Sus nudillos rozaron mi mandíbula suavemente.

—¿Querés venir? —inquirió con su voz hermosa haciendo que lo mire.

—Si, quiero —balbucee.

Él elevó la comisura de su labio levemente.

—Vení, entonces. —Agarró mi mano con cuidado y me animó a seguirlo.

Lo seguí sin rechistar y entramos a su otro mundo.

Agarró un control y predio las luces led.

Habían cosas demasiado friki en todas partes, resaltando aún más gracias a las paredes oscuras.

—Con razón te la re vivis en lol —recordé.

Lo de jugar no nos duró mucho porque siempre terminábamos enojados.

—Vos sos malisima que es diferente —recalcó.

—Cerra el orto. —Fruncí el ceño —. No seguis mis calls —discutí.

—No miras mapa, flaca —acusó.

—Bueno, basta. —Empujé su mano lejos de la mía —. Muy linda tu cueva virgen —halagué mientras me iba.

—Entra cuando quieras, no me molesta —avisó mientras se sentaba en su silla gamer.

—Dejó la puerta abierta —informé a lo que él asintió.

Todavía quiero verlo jugar todo concentrado. Solamente tengo que girar mi cabeza a la izquierda para ver su perfil perfecto y anguloso.

Intenté concentrarme en la tarea pero las puteadas de Ivan y su cara enojada son más interesantes de ver.

Cuando vi la hora me digne a levantarme y acercarme a él.

—Eu —susurré mientras rozaba su mano con mis nudillos.

—¿Qué pasó? —Desvió su atención de la pantalla y me miró.

—Vamos a dormir —supliqué.

Volvió su atención a la pantalla para mirar la hora.

—Termino esta y voy —aseguró.

(...)

Salimos del colegio y al hacer unas cuadras lo vi.

Él me estaba mirando parado en una esquina.

Él me vino a buscar.

Sentí como mi corazón golpeaba mi caja torácica con fuerza.

Tragué saliva pesadamente e intente calmarme.

Miré a mi costado encontrándome con Ivan. Esa imagen logró calmarme un poco.

—I-Ivan —susurré en un hilo de voz.

Él al instante giró su cabeza para verme.

—¿Te sentis bien? —preguntó analizando mi expresión.

Negué con la cabeza.

—Mi papá —dije en voz baja —. Esta mi papá —intenté explicarle de forma clara.

Ivan frunció el ceño y miró su alrededor buscando a mi papá. Su mirada instintivamente se detuvo en la persona correcta aunque no lo conocía de vista.

Sentí los dedos de Ivan entrelazarse con los míos.

—No pasa nada —habló con voz calmada.

Yo asentí y volví a mirar a Hector.

Verlo solamente hace que miles de recuerdos malos inunden mi mente.

Pero... capaz solamente viene a pedirme perdón y que vuelva a casa porque él recapacito y por fin vamos a ser una familia feliz.

¿Pido mucho?

Cruzamos la calle y mis pies se movieron directo a él. No voy a poder evitarlo toda mi vida.

—Hola, pa —saludé en voz baja cuando estuve en frente de él.

Sentí el apretón de Ivan dándome apoyo.

—Hija... —Los ojos de Hector bajaron directo a mi mano entrelazada con la de Ivan —. No perdes el tiempo. —Se rió irónico haciéndome sentir incomoda.

Nerviosa intenté alejar la mano de Ivan de la mía. Él pareció darse cuenta y me soltó.

—¿Me viniste a buscar? —consulté ignorando lo que dijo.

—No, fue tu decisión irte —recordó —. Si queres volver me vas a tener que pedir perdón de rodillas —aseguró haciendo que una mueca descontenta invada mi cara —. Solamente te vengo a decir que le contestes las llamadas a tu madre y dejes de ser tan inmadura ¿pido mucho? —Levantó una ceja.

—No te entiendo —confesé.

—Obvio que no me entendes Mirabel, siempre sos tan estúpida, no puedo creer que seas mi hija. —Masajeo su entrecejo.

—¿Necesitas algo más? Porque estamos perdiendo el tiempo con vos, pelado —soltó Ivan haciendo que lo miré sorprendida.

Sus brazos están cruzados sobre su pecho con soberbia y mira a mi papá como si lo fuera a matar. Si no lo conociera estaría cagada de miedo.

Abismo; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora