Capítulo 5.

5.4K 416 138
                                    

La clase pasó extrañamente rápida. Era justo lo que no quería.

Tomé la mochila negra que había dejado escondida detrás de mi silla y me levanté. Mientras antes me vaya a mi casa mejor.

—¡Ladrona! —el chillido me aturdio.

—¿Qué? —pregunté confundida.

—¡Esa es la mochila de Ivan! —Señaló lo que tenía entre mis brazos.

—Se la voy a llevar —la calmé.

—¿Por qué te la iba a dejar a vos? ¡chorra! —repitió llamando la atención de las pocas personas que quedaban en el salón.

—Deja de hablar pelotudeces. —Fruncí el ceño e intente pasar lejos de ella.

—Puta de mierda. —Estiró mi pelo lacio hacia atrás.

—Soltame. —Agarré su mano intentando alejarla —. No te lo repito más —amenace.

—¿Te pensas que me importa lo que me digas? —Estiró mi pelo con más fuerza.

Golpeé su brazo alejandola y di media vuelta para encajarle un cachetazo que resonó en todo el lugar.

—Te dije que me sueltes —aclaré enojada.

—Nadie te va a defender ahora, linda —uno de los pibes de antes tronó sus dedos.

Agarré la mochila de Ivan que se había caído al piso y empecé a correr.

—¿A donde vas? —otro de los chicos se puso en el marco de la puerta.

—Basta, por favor —pedí asustada abrazando la mochila de Ivan.

Me quiero ir. Quiero ver a Ivan.

El chabon que parece un gorila se rió.

—No te hagas la inocente ahora. —Negó con la cabeza. Extendió su brazo para tocarme la cara.

Me quiero ir.

—No me toques. —Solté una piña sin pensarlo.

Quiero ver a Ivan.

Se agarró la nariz desconcertado e intente empujarlo para irme.

—Vos te lo buscas —dijo antes de devolverme el golpe.

Mi labio ardió en ese momento mientras escuchaba las risas de fondo distorsionadas.

Levanté mi rodilla lo más fuerte que pude dándole en la entrepierna.

Cuando se agachó lo volví a patear dejandolo en el piso y ahora sí salí corriendo como pude.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero los pasillos estaban prácticamente vacíos.

Salí por la puerta de atrás que da al campus evitando a la recepcionista y guardias de la entrada principal.

Mis piernas dolían por la repentina carrera. Cuando vi la cancha de Rugby mi pecho se descomprimio y corrí el último tramo que me quedaba con mis últimas fuerzas.

Me senté en las gradas tomando bocanadas de aire estrepitosamente. Mi pecho sube y baja agitadamente y arde al igual que mi labio inferior.

Bajé mi cabeza al tener la vista nublada intentando centrarla en algo. El llavero del dinosaurio de Google que estaba colgado en la mochila de Ivan logró captar mi atención.

Cerré los ojos y respiré hondo intentando calmar mi pulso. Los abrí más estabilizada y note como el logo blanco de North Face tenía manchas rojas. Instintivamente toqué mi barbilla manchandome las yemas de los dedos de sangre.

El hijo de puta me rompió el labio.

Limpié la sangre provisioriamente con el dorso de mi mano para buscar pañuelitos descartables.

Sentí la mirada de algunos jugadores de Rugby sobre mí y las ignoré olímpicamente sabiendo que el entrenador estaba con ellos.

Me saqué mi mochila y busqué en el bolsillo los pañuelitos. Tomé uno y lo primero que hice fue intentar limpiar la mochila de Ivan.

—¿Maribel? —como si lo hubiera invocado su grave voz inundó mis oídos.

—Yo... —Levanté la mirada —. Te la voy a lavar —aseguré.

—¿Sos tarada? —Sus cejas estaban fruncidas y sus rulos descontrolados. Lo único que mantenía su pelo medianamente en su lugar era una vincha negra decorando su frente.

—Fue sin querer —contesté a la defensiva.

Acercó su cuerpo y me quitó el pañuelito de la mano. Abrí la boca para quejarme, él me lo impidió limpiando la sangre de mi labio con cuidado.

—No lo decía por la mochila, estúpida. —Golpeó suavemente mi frente.

—Ah, perdón —susurré.

En otro momento lo estaría puteando, pero ahora estoy tan feliz de tenerlo en frente y estar segura. Mi pecho se siente muy reconfortado.

—¿Quién te hizo esto? —Observó mis ojos con atención.

—No sé, no conozco a nadie —admití.

—Si lo ves ¿lo reconoces? —indagó con calma.

—Si, ¿para qué querés saber? —Busqué algún tipo de emoción en sus ojos... nada, es como si estuvieran vacíos.

—Para cagarlo a palos —dijo obvio.

—Era demasiado grandote —advertí preocupada.

—No me importa —aseguró haciendo bolita el papel en sus manos —. Lo voy a hacer mierda a ese hijo de puta. —Su respiración se agitó con rabia.

Asustada por su actitud rodee su muñeca con mi mano.

—Cálmate —pedí mirándolo a los ojos.

Su entrecejo se relajó levemente.

—Me voy a bañar. —Agarró su mochila —. Espérame —ordenó con brusquedad—. ¡Si alguno se le acerca lo cago a palos! —amenazó antes de irse.

Ah, tranqui.

Los pibes del equipo me miraron con curiosidad a diferencia de todos que lo hacen con rechazo.

—¿Serán hermanos? —preguntó uno de ellos.

—No, boludo, son re diferentes, además ni tienen el mismo apellido. —Un rubio rodó los ojos.

—Pensa un toque, Axel—le reclamó otro de estos, que tenia un jopo castaño.

¿Todos salieron de High School Musical o qué onda?

Saqué mi celular ignorandolos. Revisé si tenía algún mensaje de mis papás, obviamente no, así que me puse a revisar instagram mientras esperaba a Ivan.

Abismo; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora