Sin hablarnos y a la distancia seguimos caminando para el mismo lugar. Así, dejándome descubrir que vivimos en la misma cuadra.
Voy a desviarme y venir por otro camino la próxima vez, así no me lo cruzó más.
Tiré mi mochila en el sillón y me fui a lavar las manos para comer.
Me estoy cagando de hambre.
—¿Cómo te fue? —preguntó Hector, mi papá.
—Mal —respondí cortante.
—¿El nivel académico es muy alto para vos? —Levantó una ceja.
—No es eso. —Rodé los ojos —. La gente de ahí me trata mal.
—Eso es porque algo hiciste mal, corregilo —ordenó.
Suspiré enojada.
—No entendes nada. —Me levanté del asiento para irme.
—¡Mirabel Walton, vení para aca! —gritó.
—Déjame tranquila, por favor te lo pido —contesté levantando la voz.
—No le hables así a tu padre —ordenó Daniela, mi mamá.
No somos una familia feliz.
Los ignoré y me encerré en mi pieza.
¿Qué sentido tiene volver si no me siento en casa?
(...)
Salí mas temprano para descubrir nuevos caminos que me lleven al colegio.
Una vez, un profesor de mi antiguo colegio dijo que siempre iba a su trabajo por caminos diferentes para no aburrirse. Podría intentarlo.
Hice tateti para saber por donde ir.
Finalmente moví mis pies hacia allá. Espero que Google maps no me falle.
Por el camino me encontré una plaza y me la anoté mentalmente para volver en otro momento.
La tranquilidad terminó cuando tuve que entrar a mi primera clase.
Me senté en el mismo lugar que la primera vez.
—¿Es joda? —susurró una piba —. ¿No se cansa de arrastrarse atrás de Ivan? —le preguntó a su amigo.
—Capaz anda necesitada ¿Viste lo corta que usa la pollera? —exclamó.
Rodé los ojos y miré la ventana que estaba al lado mio. La primera vez ni pude prestarle atención.
La pollera me queda corta porque esta hecha para cuerpos de pibas que son modelos, mi metro sesenta y ocho y mis curvas no me ayudan.
Suspiré viendo el horrible sol, prefiero mil veces el frío.
Mis pensamiento invadieron mi mente mientras observaba el campus ignorando todo lo que me rodeaba.
Después de unos largos minutos giré mi cabeza al sentir una presencia.
—La concha de tu madre —casi grité asustada.
Me toqué el pecho y respiré hondo.
—Tan feo no soy —dijo Ivan con el ceño fruncido.
—No —balbucee y no dije más concentrandome en la profesora.
—¿Cómo viniste hoy? —preguntó desconcentrandome.
—¿Qué? —Lo miré confundida.
Él se tomó el tiempo de escanear mi cara.
—No te vi caminando —explicó.
—¿Y para que queres saber? —Levanté una ceja —. Por algo vine por otro lado —dije obvia.
—¿Me evitas? —Jugó con el anillo que descansaba en su dedo anular.
—Si, te evito —confirmé —. Además, a nadie le gusta que hable con vos o que respiré dos metros cerca tuyo —informé.
—¿Y eso te importa por qué...? —preguntó desentendido.
—Porque... —balbucee quedándome sin palabras —. Que se yo. —Fruncí el ceño dejando de prestarle atención para mirar el pizarrón.
Anoté lo mismo que la profe.
—Que aburrida —susurró.
—Bueno, amigo, anda a comprarte un payaso si te queres reír, forro —solté sin filtros.
Ayer me bardeo de arriba a abajo y hoy flasha amistad.
—Señorita Walton, ¿algo que quiera agregar a mi clase? —preguntó la profesora llamándome la atención.
—No, disculpe. —Sonreí fingiendo amabilidad.
—Que no se vuelva a repetir —pidió continuando con la clase.
Al instante borré mi sonrisa y giré mi cabeza para mirarlo con cara de culo a Ivan.
Él contuvo su risa y desvío su vista de mi.
—Ja ja —susurré en voz baja sarcástica.
Terminó la clase y arrancó otra, así hasta el recreo.
Tenemos un solo recreo, pero dura cuarenta minutos.
Volví a esperar a que todos se vayan para ir a la puerta más tranqui.
—¿No te vas? —le pregunté a Ivan que todavía seguía sentado.
—Te espero —dijo tranquilo.
—¿Para qué? —Suspiré aburrida.
—Que se yo, estoy al pedo. —Se encogió de hombros.
—¿Y yo que tengo que ver? —Fruncí el ceño.
—Es la primera vez que hablo con una persona tan real en este colegio —confesó.
—¿Gracias? —dije confundida —. Bueno, me voy. —Me levanté del asiento cuando ya no había nadie.
Intentando perderlo caminé rápido hasta la puerta. Cuando puse un pie fuera de esta alguien me metió la traba haciendo que me caiga.
Las risas inundaron mis oídos.
Fruncí el ceño viendo a la piba de pelo gris.
—Uh, no te vi. —Se rió con su voz aguda.
—Mira vos. —Me levanté del piso —. Capaz te tengo que acomodar la cara de una piña para que me veas, hueca del orto —declaré enojada.
El miedo paso por sus ojos unos segundos, pero después volvió a sonreír arrogante.
—Por más que alguien de tu nivel quiera hacer eso, no vas a poder. —Hizo un gesto con la cabeza y al instante dos personas me agarraron.
—¿Es joda? —pregunté viendo como dos chabones me mantenían inmóvil.
—Hacete la viva ahora —dijo la peligris.
—Soltame. —Le pegué un codazo a uno de los chabones haciendo que el otro me agarre del pelo —. ¿Qué les hice? —exclamé enojada.
—¿Qué mierda están haciendo? —Nunca antes me alegré tanto de escuchar la voz fría de Ivan.
—Llegaste justo a tiempo. —La peligris se acercó a él y lo abrazó —. Le vamos a dar su merecido a la puta.
¿Posta me tildan de puta solamente por tener un cuerpo más vistoso?
—Salí de acá. —Ivan se apartó asqueado —. Soltala si no queres problemas —dijo acercándose amenazadoramente al chabon que me tenia agarrada.
—¿Por qué tan aburrido? ¿Ya te olvidaste como te encantaba hacer esto? —preguntó con veneno la peligris.
—Madure, algo que les hace falta. —Agarró mi brazo y me separó de los chabones.
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Abismo; Spreen
FanfictionMirabel ingresa a una escuela de ricos donde se convierte en la burla de todos por el simple hecho de ser diferente. Aunque su actitud no permite que la pasen por encima, un día estas burlas se salen de control y la persona que ella menos espera ilu...