Capítulo 15.

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Traté de no meterme y no abrir la boca demás.

A los minutos Cristina llegó con una cajita de curitas. Por más que le dije que no hacia falta que se preocupe ella insistió en ponermelas.

Mientras merendabamos los tres juntos ella me hizo varias preguntas interesada en mi. Eso me hizo sentirme muy feliz, siempre desee que mi mamá me haga esas preguntas y hable conmigo.

Ya estando en la pieza de Ivan él puso unos videos en la tele y me acosté en la cama a su lado después de haberme cepillado los dientes. Decí que siempre llevo un cepillo en la mochila.

—¿Cuántos años tenes? —le pregunté.

—Dieciocho —contestó sin dejar de mirar la tele.

—Yo soy menor, ni te me acerques. —Me alejé jodiendo. Él giró su cabeza para mirarme con el ceño fruncido y leve molestia en su cara —. Mentira. —Me reí y volví a acercarme hasta que nuestros brazos rocen como antes.

—No, ahora salí. —Esta vez se alejó él.

—Era joda —me quejé —. Vení, dale. —Rocé la piel de su brazo con mis nudillos.

—No me toques. —Apartó su brazo de mi mano.

Suspiré rendida.

—No me importa, total me van a creer a mi, soy menor y mujer —recalque mientras me tiraba arriba de él para abrazarlo.

—Mocosa de mierda. —Bufó.

A este paso me termina hechando mañana.

—Cállate. —Acomodé mi cabeza en su pecho —. Voy a dormir la siesta —avisé en un susurro. En ese momento un click hizo en mi cabeza —. Ay perdón. —Me alejé lo más rápido que pude.

—¿Qué pasó? —Escaneo mi cara.

—Estas lastimado. —Toqué mi vientre para que me entienda.

—Ah, eso. —Bajó su mano hasta el extremo de su remera —. Ya se me esta por ir. —La levantó hasta donde terminan los moretones.

Pasaron del tono violeta a una mezcla de verde y amarillo.

Igualmente parece doloroso. Mi cara se contrajo con malestar.

—No duele —avisó ante mi expresión y volvió a bajar su remera.

—Si duele —contradije.

—Te dije que no —discutió.

—Científicamente eso duele, Ivan —aseguré.

—Me paso la ciencia por la punta de la chota —afirmó. Bufé ante su respuesta —. ¿Querés tocar? —preguntó tomándome desprevenida.

—¿El qué? —dije entre confundida y asustada.

—Los moretones —aclaró —. Para que veas que no me duele —finalizó.

Lo miré con cara de culo por haberlo preguntado en ese momento y él sonrió de medio lado divertido.

—No quiero tocar nada que tenga que ver con vos. —Le di la espalda y cerré los ojos para intentar dormir. Escuché su risa burlona de fondo.

Ya mucha boludeada me comí hoy.

(...)

Abrí los ojos después de la tremenda siesta y ni siquiera es de día. Perdí la noción del tiempo.

¿Dónde era que estaba?

Una respiración tranquila en mi nuca me hizo percatarme de la presencia de alguien.

Estiré mi brazo hacia atrás para palpar a la persona. Lo único que diferencie son músculos firmes.

Un ronroneo hizo que encaje todas las piezas.

Cierto que estoy con Ivan.

Quité mi mano de encima de él con culpa y cuidado.

Un leve quejido salió de sus labios y se acomodó mejor.

Pelusa entró en mi campo de visión acariciando mi cara con su cabeza.

Nunca me hubiera imaginado esta secuencia.

—Sos re maldito —dije en voz baja cuando Pelusa entre tanto cariño me pego un mordisco en la cara —. Igual que tu papá, todos los hombres son iguales —susurré.

—Cállate un toque. —Ivan me tapo la boca con su mano haciendo que me cague toda.

Levanté mi mano para agarrar su muñeca y separarlo de mi cara.

—Estúpido —lo reté.

—Con esa mano me toque los huevos —informó haciendo que le pegue un codazo —. Era joda —susurró.

—Que asco igual —me quejé alejando su mano para poder verla en detalle.

Las marcas en sus nudillos siguen ahí. Tiene las cutículas prolijas, pero las uñas cortitas.

—No me mires las uñas. —Apartó su mano.

—Perdón —me disculpe.

—No pasa nada. —Suspiró con paja —. ¿Querés cenar capelletinis? —rompió el silencio después de unos segundos.

—¿Qué son capelletinis? —Fruncí levemente el ceño.

—¿Cómo que no sabes? —Giró mi cuerpo para mirarme cara a cara.

—No sé te estoy diciendo. —Bufé observando sus ojos hinchados.

—Sos una hija de puta —soltó haciendo que levante las cejas ofendida.

—Vos sos un hijo de pu... —no pude terminar la frase porque no me animaba después de lo bien que me trató Cristina.

—¿Qué decías? —Levantó una ceja haciéndose el piola.

—Nada. —Pusé los ojos en blanco con molestia.

—No me hagas eso. —Apretó mis mejillas y sacudió mi cara.

—Ahia —hablé con dificultad y agarré su muñeca para detener su movimiento —. Decime que son los capelletinis —pedí desviando su atención de mis mejillas.

—Es pasta rellena, la mejor pasta rellena —aclaró haciendome notar su amor por los capelletinis.

—Ahh, nunca comí pastas —expliqué la razón de mi desconocimiento.

—¿Cómo que nunca comiste pastas? —Me miró horrorizado.

—Mi mamá no me deja —informé.

—No le podes seguir diciendo mamá a esa conchuda —recriminó.

—Pero sigue siendo mi mamá, yo confío en que va a cambiar, me va a venir a buscar y vamos a ser felices para siempre —dije animada.

—Me parece que eso no pasa así —opinó.

—Pero en las películas si. —Hice un leve puchero con mi labio inferior.

Ivan desvío sus ojos un segundo hacia estos y después volvió a subirlos.

—La vida no es como en las películas —habló obvio.

—A mi me gusta pensar que si —susurré.

Abismo; Spreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora