1O: Caracola

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El atardecer llegó mucho antes de lo deseado

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El atardecer llegó mucho antes de lo deseado. Los colores cálidos provenientes del sol ocultándose y la fresca brisa marina de la zona costera generaban el ambiente perfecto para recostarse en la arena y disfrutar de los últimos rayos de luz.

Poco a poco, cuando el calor comenzó a ser reemplazado por el frío, la gente recogió sus cosas y se marchó de la playa, dejando el lugar en un silencio que era interrumpido únicamente por el romper tranquilo de las olas.

El grupo caminaba en dirección a la parte más peligrosa de la costa, los roqueríos, listos para volver a casa. Soyeon y Dakho se adelantaron e hicieron un reconocimiento en el área antes de que los príncipes y la pareja se acercaran.

—Ven con nosotros, hyung. Quiero mostrarte mi aleta. —le pidió JungKook animado, ignorando las muecas de los guardianes.

—No creo que sea del agrado de los demás, Kookie. —dijo inseguro.

YoonGi y HoSeok se encogieron de hombros. Había demostrado ser alguien digno de confianza, así que no tenían problemas en que los viera transformados.

—Pero, hyuuung...

—A Jisoo tampoco le va a agradar, príncipe. —añadió NamJoon de tan solo imaginar la cara de su hermana.

El menor chasqueó la lengua, molesto, y se metió en la cueva que formaba el roquerío.

—Creo que se enojó.

YoonGi rodó los ojos.

—Ignóralo, hyung. A veces se le pasa lo malcriado.

Sin embargo, dos minutos después volvió a salir, sonriente.

—Jisoo dijo que no dirá nada.

—¿Dijo o le dijiste? —preguntó HoSeok. JungKook solo aumentó su sonrisa.

—Ven, hyung. —repitió tomando su mano para tirar de él hasta el interior de la cueva.

Los demás los siguieron, entrando a la cueva y notando que la sirena no estaba esperándolos ahí como la vez pasada. Comenzaron a desvestirse sin darle mucha importancia, excepto NamJoon y SeokJin, que se tapó los ojos sintiendo como sus mejillas se calentaban. Sabía que no tenían pudor alguno de andar desnudos por la vida, pero a él sí le daba cierta vergüenza, a pesar de estar acostumbrado a vivir con NamJoon, que se paseaba en ocasiones sin nada por la casa, pero era distinto, se trataba de su pareja.

Pasados unos minutos, escuchó varios sonidos de golpes contra el agua y esperó paciente a que su novio le diera luz verde.

—Ya puedes ver, Jinnie.

El humano obedeció, bajando algunas rocas con cuidado de la mano del moreno, acercándose lo suficiente al agua como para que al sentarse sus pies desnudos se sumergieran. NamJoon se sentó a su lado, en otra roca. Ambos dejando el calzado a un lado.

Under the Sea - myg & pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora