Cuando el océano peligra y el balance vital entre las tres grandes entidades del mundo se ve roto, solo el sacrificio de dos corazones podrá restaurarlo.
JiMin es solo un humano con horribles pesadilla y un profundo miedo al océano. Mientras que Yo...
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JiMin bailó al compás de la música, sus brazos de movieron con delicadeza y precisión, sus piernas efectuaron un par de giros y saltos con la gracia de un ave al volar, y su cuerpo entero comenzó a transmitir el jardín de sentimientos y emociones que sentía con cada nota proveniente del piano.
Los acordes fluyeron incluso con el más sutil de los pasos, la melodía dejó entrever que no existió coincidencia alguna al conocerse a través de cada gesto, la tranquilidad en su rostro se reflejó en el único espectador presente, ocasionando que sus ojos se llenaran de lágrimas al percibir el mensaje oculto que le entregaba con su baile, mensaje que ni siquiera él pudo percibir mientras componía aquella canción que su amado estaba bailando.
JiMin se detuvo al finalizar la música y al alzar la mirada se encontró con la expresión amorosa del mayor, YoonGi le sonreía entre lágrimas, sus mejillas mojadas y nariz roja hicieron que una sonrisa enternecida se formara en sus labios. Caminó hacia él y unió sus frentes, limpiando su rostro con dulzura, el tritón no tardó en acortar la poca distancia presente, adueñándose de sus labios tal como el menor se había apoderado hasta del último pedacito de su alma con esa hermosa danza.
Se movieron lentamente, olvidando la existencia de todo a su alrededor excepto por ellos dos, sus bocas no dejaron de bailar entre sí y sus manos se aferraron al otro con firmeza, sin dejar de lado las caricias llenas de amor. Las manos de YoonGi apretaron la cintura del menor y JiMin sonrió, separándose ligeramente para fijar sus orbes castaños en los azules de su novio, aquel color que reflejaba la pureza del océano y lo instaba a quedarse atrapado en sus amables aguas, a cerrar sus ojitos y dejarse llevar por la corriente, que ella acariciara con dulzura sus cabellos y rodeara su cuerpo con sutileza. Su sonrisa creció al darse cuenta que ese océano no era el mar en sí, sino YoonGi, él era quien le entregaba ese cariño y paz inigualables, solo él.
El tritón soltó un pequeño suspiro, rozado sus narices, permitiéndose tomar refugio en el calor que le entregaba su pareja, ocultarse en su cuello y hallar la tranquilidad que tanto deseaba. Los brazos de JiMin lo hacían sentir completo, su aroma desaparecía sus preocupaciones y miedos más intensos y el latido rítmico de su corazón mantenía a salvo al suyo, resguardándolo de los peligros del exterior y llenándolo de aquella calidez a la que se había vuelto adicto.
—Te amo. —susurró sobre sus labios al alzar la mirada, sus ojitos continuaban brillando en su color natural, filtrando sus sentimientos más puros a través de ellos.
La sonrisa de JiMin dejó ver su diente chuequito, abultando sus mejillas regordetas y convirtiendo sus ojos en dos medias lunas.
—Te amo —le dijo en respuesta—. Mi hyung. Mi caballito de mar.
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