Memoria perdida

1.2K 71 0
                                    

Era un día normal en Flower Fruit Mountain, MK estando al lado de su maestro Sun Wukong, también conocido como Monkey King o el Gran Sabio más Grande que el Cielo, ambos se encontraban terminando su entrenamiento diario.

—Muy bien, demasiado bien —habló el mono con una sonrisa en los labios.

—¿En serio lo crees? " —preguntó el castaño mientras se limpiaba el sudor.

—Por supuesto que sí, no esperaba menos de mi sucesor —soltó mientras se estiraba un poco, su cuerpo dio un leve crujido por aquel estiramiento tan placentero para el de ojos dorados.

MK dio una pequeña risa ante el comentario de su maestro. En ese momento, entraron unos pequeños monos arrastrando algunos objetos un tanto peligrosos para ellos. Wukong los miro alarmado.

—¡Hey!, ¡Dejen eso! —levantó un poco la voz para llamar la atención de sus súbditos, estos simplemente lo miraron por unos segundos, antes de comenzar a correr fuera del lugar—. ¡ESTO NO ES UN JUEGO! —gritó el rey de los monos mientras corría tras ellos.

MK miraba divertido la escena, tomo sus cosas mientras salia tranquilamente tras su maestro y los pequeños monos. Al poco tiempo llegó al lugar donde su maestro solía guardar cosas que había estado acumulando durante varios siglos, demasiadas cosas acumuladas y peligrosas que podrían lastimar a alguno de los pequeños monos más jóvenes y curiosos.

A la lejanía, podía escuchar como Wukong le llamaba la atención a sus pequeños súbditos, los cuales tenían la cabeza agachada, pues sabían que esta vez lo habían molestado o preocupado demasiado, más de lo que ellos quisieran.

—Y por eso no deben entrar aquí, ¿quedo claro? —los pequeños monos dieron un chillido en forma afirmativa—. Bien, de todos modos, le diré a Luz que los cuide —Luz era una de las monas más responsables y experimentadas que ayudaba a la crianza de los más pequeños—. Bien, pueden irse, pero no quiero más travesuras en este lugar.

Los pequeños monos se fueron de ahí, soltando leves chillidos de felicidad y despedida hacia su rey y al sucesor. Una vez que ambos se quedaron solos, el de ojos dorados soltó un suspiro de cansancio.

—Creo que tengo que ordenar un poco aquí, lleva ya un tiempo que no hago limpieza.

—¿Hace cuanto fue la última vez que limpiaste? —preguntó curioso el castaño.

El mono de pelaje dorado se quedó callado por un tiempo, parecía que estaba recordando la última vez que había hecho la limpieza en ese lugar.

—Creo que hace seis o siete —habló no muy convencido.

—¿Meses? —preguntó curioso MK.

—...supongamos eso —soltó un tanto divertido, pues era más que obvio que no eran ni años, ni meses, sino que siglos—. Como sea, ¿me quieres ayudar?.

El de ojos cafés lo miro atentamente, era claro que no se esperaba pasar lo que restaba de su día limpiando ese lugar.

—Vamos, te podría contar algunas historias sobre algunos de estos objetos, por ejemplo, de esto —sugirió mientras tomaba unas cuantas armas—. Estas son algunas cosas que les quite a los guerreros celestiales hace un tiempo atrás, son armas verdaderamente increíbles y únicas, hasta donde se, todavía hay algunos que se lamentan la pérdida de sus armas —habló con una pequeña sonrisa en sus labios.

El menor sonrió ante eso, pues sabía que seguramente su maestro tendría mucho de que hablar sobre sus travesuras en el pasado, anécdotas que le gustaría compartir con alguien aparte de sus monos.

—Esta bien, te ayudare —respondió rendido ante ese fugaz pensamiento, los ojos dorados de Wukong brillaron de emoción ante sus palabras.

—Entonces comencemos-seguidamente comenzó a narrar algunas historias sobre cada objeto que tomaba para después acomodarlo, se le veía realmente feliz por compartir esas anécdotas.

"Fue una buena opción" —pensó el de bandana roja con una sonrisa en sus labios.

Pasadas las horas, habían logrado acomodar un poco el lugar, entre risas, anécdotas y comentarios por parte del menor, había sido uno de los mejores días para el Gran Sabio. Eso pensaba hasta que vio algo que le llamó la atención, lo tomo entre sus manos y lo observaba detenidamente, con nostalgia reflejada en su rostro.

—¿Monkey King? —le llamó MK al verlo absorto en sus pensamientos, solo en ese momento el mono salió de su burbuja de recuerdos.

—¿Qué ocurre, kid? —preguntó con una sonrisa en su rostro.

—Eso mismo quería preguntarte, ¿ocurre algo?.

El de pelaje dorado solo se limitó a suspirar para seguidamente mostrarle lo que tenía en sus manos, MK tomo aquello con cuidado y lo observo a detalle, sus ojos se abrieron por la sorpresa y la fascinación por tener aquello en sus manos.

—¡ES TU ROPA DEL PEREGRINO! —gritó con notable emoción, comenzando a divagar con sus palabras y echando a andar su imaginación, el mayor rio divertido ante la actitud del menor.

—¿Tanta emoción por esa ropa?.

—¡Claro que sí!, es la ropa que utilizaste cuando hiciste tu viaje al oeste —habló aún más emocionado, si es que era eso posible—...¿todavía te quedara?.

—¿Quieres que me lo ponga? —preguntó el mono con una ceja alzada, el sucesos asintió enfusivamente, mientras hacia aquellos ojos de cachorro que siempre le servían para obtener algún favor, Monkey King se limitó a suspirar—. Bien, me lo probaré. Con una condición, que sigas limpiando un poco en lo que me cambio, ¿vale?.

El castaño solto un chillido de emoción ante la afirmativa de su maestro. El mono de piedra tomó las prendas y se alejó un poco para tener un poco de privacidad, por su parte, MK siguió con la limpieza del lugar.

Al poco tiempo encontró una linterna que, a su parecer, tenía cierto parecido con la de Macaque, tomo aquel objeto entre sus manos analizándolo detenidamente, cuando sintió algo en sus piernas, al bajar la mirada pudo ver a un pequeño mono, este no había sido de los regañados por Wukong y eso lo sabía porque los otros eran blancos en su mayoría y este tenia una mancha café rodeando su ojo derecho.

—Hola pequeño —sonrió mientras se agachaba para acariciarlo, el mono se acercó complacido ante la muestra de afecto por parte del chico—. Sabes que no deberías estar aquí, es un lugar peligroso —soltó mientras tomaba al pequeño entre brazos, sin soltar la linterna, mimando a más no poder al pequeño, quien estaba notablemente gustoso por la atención que recibía.

—¡Kid, estoy listo! —escuchó el grito de su maestro, MK corrió rápidamente hacia el lugar que estaba Wukong, quien se miraba complacido en un espejo, el castaño, en su loca carrera, terminó tropezando, soltando así la linterna que chocó con la cabeza de Monkey King, ocasionando a su vez que está se rompiera, el pequeño mono logró sujetarse firmemente a la espalda de MK.

—¡Lo siento, lo siento! —repetía una y otra vez a su maestro y al mono en su espalda, pues temía que se hubiera lastimado.

El de ojos dorados lo volteo a ver, un tanto confundido, se agachó a su altura y con una sonrisa en su rostro le preguntó:

—¿Quién eres tú?.

MK y el pequeño mono se veían notablemente confundidos por aquella pregunta, ambos se miraron el uno al otro, como si alguno tuviera la respuesta a lo que pasaba frente a ellos.

—¿No sabes quien soy? —preguntó un tanto temerosos ante la posible respuesta.

—¿Debería saberlo? —respondió con otra pregunta el mayor con una sonrisa nerviosa en su rostro.

—Oh, no... —fue lo primero que dijo ante tal problema frente a él.

Monkie Kid: El Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora