Unos visitantes inesperados 10 (estoy mejor sola)

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Pasada un par de horas, Yami había logrado calmarse, abriendo finalmente la puerta del baño de MK.

—¿Estás mejor?.

—Sí...ser débil es vergonzoso.

—No eres débil, ¿quién te ha dicho eso? —preguntó un tanto molesto.

—Yo misma.

—¿Por qué lo dices?.

—...si no fuera débil, ellos nunca hubieran... —suspiro—. Olvidalo, tengo que irme. Ya he causado muchos problemas.

—No puedes irte, tus heridas todavía no...

—Ya están sanas, mira por ti mismo —habló mientras se quitaba sus vendas, dejando al descubierto sus cicatrices.

MK la vio atentamente, las marcas en su cintura, abdomen, muslos y brazos; eran marcas de que, en algún momento, fue amarrada y, tal vez, torturada. Además, en sus piernas y antebrazos tenía unas protecciones de oro, suponía que también tenía cicatrices en esas zonas.

—¿Ves?, ya estoy bien, no hay que preocuparse —soltó con una sonrisa, tratando de tranquilizar al sucesor.

Cosa que no surtió efecto, pues el chico estaba preocupado y confundido, preocupado por todas esas cicatrices y confundido por el rápido recuperamiento de la azabache.

—Yami, ¿qué te paso?.

—Pues caí en una trampa, eso es todo —él no se refería a su heridas más recientes, aún así no dijo nada—. No es nada importante, pero, como vez, logre salir de ahí. Por cierto, gracias por curarme y lamento, nuevamente, involucrarte en esto...no sabía a quien acudir —confesó mientras veía sus ropas, frunció el ceño, estaban rotas y completamente manchadas de su sangre y lodo—. Esto ya no sirve —susurro.

—...puedo prestarte ropa, solo en lo que encontramos algo para ti —ofrecio el sucesor, apartando la vista de la chica y buscando algo de ropa, antes de que ella pudiera poner objeción, ya tenía la ropa en sus manos—. Estare abajo.

Los inmortales veían atentamente las escaleras, pues habían escuchado pisadas rápidas, por un momento pensaron que había pasado algo, pero el domador de sombras los calmo, cuando vieron al sucesor, todos lo comenzaron a interrogar.

—En serio, no pasó nada malo, ¿ven?, no me lastimo o peleamos. Sólo hablamos —trato de tranquilizarlos.

—Pero eso no quita que sea peligrosa. Puede ser que bajes la guardia con ella, pero nosotros no —Red Son no lo admitiría, pero estaba preocupado que el chico de los fideos fuera engañado o saliera lastimado.

—...no creo que sea peligrosa, más bien, ella es la que esta, estuvo o estará en peligro —todos lo vieron con curiosidad, sin perdida de tiempo, comenzó a contarles lo que había visto en el cuerpo ajeno.

—¿¡La viste semidesnuda!? —soltó en voz alta Red Son—. ¿¡Sabes que eso esta mal!?, ¿¡sabes lo que madre diría si supiera que viste a una chica de esa forma!?.

—¿De "esa forma"?, ¿cómo?, es ropa ¿no?.

—Ropa de mujer, no puedes verlas así como así, eso es una falta de respeto —aseguró el de cabello rojo, en su rostro había un ligero tono rojizo por la vergüenza.

Solo hasta ese momento, el sucesor cayó en cuenta de lo que decía, su cara estaba completamente roja por la vergüenza.

—Es verdad, lo olvide completamente. Debo disculpame ahora mismo.

—Kid, creo que no importa ya —Wukong le resto importancia, los más jóvenes lo vieron atentamente, a la vez que comenzaron a decir el porque estaba mal el actuar de esa forma.

Monkie Kid: El Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora