Unos visitantes inesperados 4 (una platica con Ao Bing)

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Macaque se dirigía hacia el mar del Este, pues era hacia aquel lugar que había huido el de cabello azul, cuando llego a las orillas del mar, pudo observar como el de ojos azules veía atentamente aquel lugar, caminando de un lado a otro, parecía que se debatía si debía de entrar o no.

El mono de las sombras soltó un suspiro, con paso seguro, se acercó al de ropas blancas.

—Ao Bing —lo llamó, el mencionado lo volteo a ver, retrocediendo un poco, el guerrero al ver aquello dejó de acercarse—. Tranquilo, no vengo a hacerte nada malo.

¿Qué me asegura que sea verdad?.

—Nada, solo tú puedes decidir si creerme o no —habló el de cicatriz, su cola se movía un poco rápido, señal de que estaba nervioso de que el joven príncipe se presentare ante "su padre".

El de cuernos azules lo veía atentamente, pasado unos segundos, finalmente bajo un poco la guardia.

—...¿por qué viniste?.

—Venía a hablar contigo.

¿Por qué?.

—Creí que lo necesitabas —respondió el de seis orejas con cautela.

...¿necesitarlo?, ¿por qué te importaría?.

—Porque...se lo que se siente el que alguien, a quien consideravas un amigo, te traiciene y que...te matará.

Ao Bing abrió los ojos con sorpresa, no se esperaba esa respuesta para nada. El joven dragón observo detenidamente al mono de las sombras, pudo observar sus seis orejas de colores, las diferentes cicatrices que adornaban el cuerpo del mayor, pero sobre todo, aquella cicatriz sobre su pálido ojo derecho. Le intrigaba el saber que le paso, el por qué decía el entender ese sentimiento de traición...quería conocer su historia.

Tú ojo...¿qué te paso? —preguntó el de cabello azul.

Macaque llevo su mano derecha hacia su ojo, acariciando levemente esa zona, sintiendo aquella cicatriz con sus dedos, recordando todo lo que pasó hasta ese momento.

El mono se sentó en una roca grande que había en el lugar, con una seña, invito al más joven a sentarse, cosa que hizo unos momentos después de analizar la situación.

Ambos se quedaron en silencio, uno no sabía que decir y el otro organizaba sus ideas para contarle su historia.

El de seis orejas veía atentamente el mar, su cola se movía con mayor tranquilidad que cuando llego, seguidamente dirigió su mirada dorada a la azulada.

—Verás...esto me lo hizo un amigo...mi hermano.

¿¡Por qué!? —preguntó Ao Bing, Macaque volvió a dirigir su mirada al mar.

—No sabría decirte el "porque", pero creo que fue porque yo trate de lastimar a sus otros amigos. Antes de que digas algo, yo pensaba que hacía lo correcto, pues uno de ellos decía un conjuro que lo lastimaba mucho, otro siempre buscaba provocar al primero para que dijera ese conjuro. Por eso yo los odiaba, quería liberar a mi amigo de su sufrimiento...pero, cuando traté llevar a cabo mi plan, él se enojo, traté de explicarle, pero no escucho...termino matandome cruelmente, la mayor parte de mis cicatrices fueron provocadas por su propia mano, el golpe final fue en mi ojo.

Macaque decía todo con una sorprendente tranquilidad, parecía que no le afectaba el recordar aquello. Era todo lo contrario, con cada palabra que salía de su boca ese recuerdo venia a su mente, el dolor y sufrimiento.

¿Cómo volviste a la vida?.

—Fue por una demonio, se hacía llamar "Lady Bone Demon". Ella estaba encerrada, por lo que necesitaba a alguien que la ayudara, en cuanto pude, me aleje de ella, ella quería destruir al mundo, yo solo quería mi venganza contra quien me mató. Después de varios acontecimientos, ella se libero, tomó control sobre mi cuerpo y casi lleva a cabo su cometido.

Monkie Kid: El Efecto MariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora