Capítulo 22

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Félix

Seamos nosotros mismos


Mis labios estaban muy cerca de los de ella, su rostro sonrojado y sus ojos impregnados en mis labios me tentaban a cortar la distancia que había. Necesitaba que me de algún pase libre para hacerlo, lo ansiaba tanto.

—Hay más de uno —mencioné—. ¿Puedo tener los besos que quiera si hay más?

Mis manos encima de la encimera rodeando su cintura ansiaban tocarla, fijó su mirada en la mía sin decir nada, solo mirándonos. Una de sus manos se coloco en mi mejilla dando leves caricias, cerré los ojos ante su tacto dejándome llevar por la sensación.

Recorrió mis mejillas y mandíbula haciendo que mi cuerpo reaccione a ello, fue bajando su mano por mi cuello lentamente, se sentía de maravilla sus caricias. No había nada mas que eso, caricias de ella en mi cuello dándome una bonita y excitante sensación.

Seguía sin entender el porqué de su reacción ante Cecile, no sé si se conozcan o si algo haya pasado mientras no estaba. Supe que hablaban cuando llegué del supermercado y las vi a ambas de frente, por alguna razón y no muy agradable Cecile tomaba la mano de Amanda dejándome notar que eso la tenía tensa.

Suele sorprenderse mucho si recibe algún tipo de contacto físico sin previo aviso. Además, desde esta mañana que se encontraron ella había tenido cierta retentiva con Cecile. No sé que paso con ellas, solo que a Amanda le afecta tan solo mirarla.

Cuando ella se sienta segura de hablar de eso, estaré dispuesto a escucharla.

No pude pasar por alto su ataque de ansiedad, no sabía cómo ayudarla, quería hacerlo, sin embargo, no sabia como. Lo único que se cruzo por mi cabeza fue hacerle saber que no estaba sola, que estaba ahí con ella y no iba a dejarla.

La única vez que experimente uno fue conmigo mismo después de que Martin haya...

—Puedes tener uno... —su voz suave se llevó toda mi atención—, si hay más.

—¿Podemos empezar por el primero?

Su miraba viajaba de mi vista a mis labios y viceversa, yo hacia lo mismo. Recorrí su rostro grabándome cada detalle.

Asintió ante mi pregunta, pero necesitaba que lo dijera. Su voz siempre era una melodía que quería escuchar y ahora no era una excepción, quería escuchar que podía besarla.

—Dilo —murmure, cerca de sus labios—. Di que puedo besarte.

—Hazlo. Puedes besarme, Félix.

Mi nombre dicho por ella siempre sonaba de puta madre y ahora mucho más.

Estampe mis labios contra lo de ella en un movimiento lento dejando que ella tomara el control. Una de mis manos viajo a su cintura recorriéndola, mientras que la otra daba leves caricias en su mandíbula y cuello para luego colocarla en su nuca y acercarla a mi profundizando nuestro beso.

Había acelerado el ritmo de este ansiando más, con mi mano que estaba en su cintura la atraje mas a mi cerrando el pequeño espacio que había, ella también recorría con las suyas mis hombros y pecho.

Las respiraciones aceleradas y los jadeos que salían de ambos eran jodidamente excitante. Pase mis manos en su cintura alzándola y haciendo que envuelva sus piernas en mi torso dejé mi brazo en su espalda baja y mi mano en su muslo sosteniéndola.

Pasó sus brazos alrededor de mi cuello, enredando sus manos en mi cabello. Nos separamos entre jadeos para tomar aire, sus labios hinchados y respiración acelerada era toda una obra de ver.

Aquel festivalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora