Capítulo 27

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Personas del pasado


Lo único que tenia que hacer era ponerme mi pijama y dormir tranquilamente con Amanda. Pero ¡hey! Tengo a mi novia en mi habitación, en mi cama y usando mi ropa como pijama.

Puedo controlarlo, ya he dormido con ella no es como si no pudiera volver a hacerlo.

Sencillísimo.

¡Por supuesto!

El cuarto de baño se convirtió en mi refugio, tenía unos cuantos minutos aquí y Amanda ya me habia hablado unas cuantas veces.

Decidí salir y la encontré recostada en la cama con la sabana cubriendo la parte inferior de su cuerpo, veía un programa con Bonnie a un lado de ella. Dejaron un espacio libre para mi en la cama. Me recosté mirándola por unos cuantos minutos.

¿Cómo puede ser tan hermosa?

Moví a Bonnie para acercarme mas a mi chica, lo único que ocasione con esto es que el pequeño me mire mal y se baje de la cama. La puerta estaba abierta, se acercó a ella y nos miró para después salir.

Estoy empezando a creer que de verdad tiene una vida secreta, como la mascota de Phineas and Ferb.

—¿De que trata? —pregunte, centrándome en la televisión.

—No lo sé —encogió sus hombros—. Fue el primer canal al encenderlo.

—Ah. Estaban pasando una serie la ultima vez.

Amanda sonrió ante mi respuesta, pase mi brazo por sus hombros acercándola a mí.

—Me gustas, little —besé su sien.

—Lo sé.

La mire con los ojos entrecerrados: —Es aquí cuando dices que también te gusto, cariño.

Puse mis brazos alrededor de su cuerpo dejándola sobre mí. Bese sus labios repetidas veces como lo habia hecho en la tarde. Eso la hace reír y me gusta verla así.

También me gustas Félix.

Ella no tenia idea de cuanto me fascinaba escucharla decir eso. Le gustaba y era parte de su vida.

No estoy seguro si esto sea para siempre, pero en serio quiero que lo sea. Nunca anhele tanto estar junto a una persona como lo quiero con Amanda.

Quiero con ella hasta aquello que no me atreví a imaginar jamás.

—No, ya lo estas diciendo por compromiso —puse su mechón de pelo detrás de su oreja.

—Lo digo en serio.

Paso sus brazos alrededor de mi cuello hundiendo su rostro ahí, su respiración muy cerca de mi piel me hacia querer pasar a otros temas, y eso arruinaría el momento ¿no?

O podría mejorarlo.

Mis manos recorrieron su espalda en suaves caricias de arriba hacia abajo. Su olor siempre era el mejor, se acomodo mejor sobre mi y no tuve ninguna queja de eso.

Sus labios rosaron mi cuello, mandándole corrientes a todo mi cuerpo. Creo que lo noto porque repitió ese acto.

—¿Cuándo te empecé a gustar?

¿En serio?

—¿Ah?

—Sí —no sé qué estaba tratando de hacer—. ¿Cuándo sentiste que este sexy baterista te estaba empezando a gustar?

Aquel festivalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora