♡Capítulo diez♡

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Fresia: representa la tranquilidad y protección.

...

El ruido de las sirenas se acoplaban a la perfección con las bocinas de los automóviles por la ciudad. El día ya se había despedido dándole espacio a la media luna, permitiendo que las diversas luces que adornaban el exterior del gran teatro frente a nosotros brillará en plena oscuridad, como una gran lucero resplandeciente.

Me encontraba completamente embobada, su estructura renacentista moderna era tan detallada, te trasladaba a muchos años atrás sin cegarte por completo de una imagen futurista.

Por un momento, me sentí ajena a todo esto, nunca había pisado un lugar así, a diferencia de los Clarkson que de seguro se volvió un espacio transcurrido.

-Enora ¿Estas bien?

Owen se acercó, tomándome desprevenida, al parecer mi mirada se perdió en la pequeña cascada de agua de la fuente que formaba parte de su decoración externa.

-¿Alguna vez has pedido un deseo?

-La verdad, no -respondió algo sorprendido debido a mi pregunta inesperada -considero que es innecesario.

-¿No crees que puedan cumplirse?

-Creo en el gran peso que le damos a las pequeñas cosas con tal de sentir una mínima pizca de esperanza.

-Entonces, nunca lo harías -lo mire.

-No dije eso -contradijo levantando su dedo -tal vez lo haga algún día, cuando de verdad necesite sentir la suerte de mi lado.

Algo muy cierto había dicho Owen. Y es que, la mayoría de esas monedas sumergidas en esa fuente, guardaban una historia, repleta de altas y bajas. Sobre todo, un secreto, que protegían a capa y espada, dándole esperanza a cada una de esas personas que en su momento, con la mano en su corazón, las lanzaron en el agua, esperando que en cualquier momento, se les cumpliera el deseo.

Pensando que quizás así se les arreglaría la vida.

O se desprenden de una carga.

-¿Entramos? Mis padres deben estar esperándonos.

Asentí, refugiándo mi mano en su brazo, guiándome hacia el interior del gran teatro Royal House. Meg estaría maravillada con la decoración, su paleta de colores consistía en el blanco y dorado, dándole un toque refinado, habían diversos arreglos florales y telas que adornaban el salón principal.

Se encontraban varias personas platicando, bebiendo de sus copas, mientras reían con algún chiste que probablemente solo su círculo íntimo entendería. Owen seguía avanzando entre la multitud, regalando una que otra sonrisa a los invitados, yo me mantuve a su lado, callada, después de todo, me sentía como una presa siendo acechada por leones.

-Por cierto, antes de presentarte con mis padres, olvidé contarte un pequeño detalle. -murmuró en mi oído.

-¿Cuál detalle?

-Les dije a mis padres que estamos saliendo, nada grave.

-¿Qué?

-¡Owen!

Una señora se acercó con sus brazos extendidos a Owen, lo tomó del rostro y le plasmó un beso en cada mejilla, contenta. He de suponer que es su madre. Además, era idéntica a la mujer que posaba a su lado en la fotografía familiar que me mostró Meg. Igual de impecable, refinada, entusiasta.

-Hola Madre, Luces preciosa -Owen plantó un beso en su mano, sonriéndole con dulzura.

-Se lo he dicho durante toda la noche y sigue sin creerme -se interpuso su padre, ahora abrazando a Owen.

Las ventajas de un corazón roto [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora