♡Capítulo catorce♡

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Tulipanes naranjas: simbolizan la comprensión y el aprecio sobre el otro.

...

-¿Estoy presentable?

Meg estaba parada frente al pequeño espejo de la sala, retocándose el maquillaje, solía colocarse poco, nada exagerado, después de todo, siempre mantenía su rostro impecable.

-Estás fabulosa -le dije ojeando mi teléfono, era la quinta vez que lo preguntaba.

-¿Estás segura? ¿Con este botón desabrochado no parezco mujerzuela?

-Te ves excelente -repetí yendo por un vaso de agua.

-Quizás debería cambiar de blusa, este color no me favorece en nada ¿Crees que me favorece?

-Sin duda estás nerviosa.

-¿Se nota tanto?

-Si.

Entre las dos, la más insegura al momento de escoger algún atuendo suelo ser yo, tiendo a prepararme dos horas con anticipación mientras Meg tarda menos de treinta minutos.

Era la primera vez que la veía tan indecisa.

-Voy a una entrevista con la fabulosa Helen Clarkson, posiblemente mi futura jefa y si el destino así lo quiere, tu futura suegra. Por lo tanto, debo de causarle una buena impresión.

-Ella no será mi suegra.

-Eso dices ahora. Y de verdad sería una lastima de no ser así, me encantaría asistir a una de sus reuniones familiares. Siempre son elegantes.

Serví el agua en el vaso para luego tomarla de un solo golpe. Ojeo la hora en mi celular, Owen pasaría por mi a las nueve, y justo habían marcado las nueve en punto.

Si, estaba ansiosa, pero no más que la chica morena frente a mi.

-¡Los tacones blancos! -gritó Meg corriendo hacia su habitación. Había estado cambiando de tacones cada cinco minutos.

Aunque lo ocultaba perfectamente, también estaba nerviosa por ella, no dudaba ni por un segundo que obtendría el puesto, por otra parte, todo podría suceder.

Gire mi cuerpo de inmediato al escuchar como abrían la puerta de la entrada, sabía que se trataba de Michael, solo Meg y él tenían copias de mis llaves.

-Hola -dijo una vez que se asomó por la puerta.

-Hola -respondí sin siquiera mirarle.

-Enora necesito que me ayudes a escoger entre estos dos.

Meg apareció alzando ambos pares de tacones, unos negros y otros blancos, por lo que al ver a Michael hizo un mohín, bajándolos.

-¿Tú otra vez? Este día es importante para mí y si lo llegas a arruinar con tus malas energías te asesinaré.

-Vine a hablar con Enora.

-Pensé que ya no te interesaba su vida -disparó Meg con brusquedad.

Michael la fulminó con la mirada mientras ella se volvía a probar los negros frente al espejo.

-¿Podemos charlar?

Por sus ojeras algo disimuladas supe que no había dormido anoche, yo tampoco lo había hecho.

Procuraba no mirarle directo a los ojos, porque sabía que al hacerlo iba a ablandar ante su súplica y ojos de bebé nutria, era un tramposo.

A la distancia se escuchó como tocaban la bocina de un auto, de seguro era Owen.

Las ventajas de un corazón roto [Finalizado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora