no tiene un título, sólo me dejé llevar

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Los fantasmas visten sus mejores trapos violetas, las violetas huelen a sol de verano, el verano se siente como un recuerdo doloroso, el dolor se siente en cualquier día de la semana, las semanas dejaron de tener siete días, los días empezaron a terminar antes, antes quería algo real, pero lo real dejó de existir desde que desperté, desperté sobre el césped donde perdí a todos los que me amaban, que amaban lo que les hice creer que era, era alguien débil y lastimada, lastimada de tantos golpes y despedidas, despedidas en las que terminaba regresando, regresando a aquellas tormentas, las tormentas que se llevaban el polvo de mis mejillas, las mejillas que se pintaban de rojo, rojo como mi cabello seco, seco como el árbol con las hojas verdes, verdes como los columpios ruidosos, tan ruidosos como las canciones que escuchabas en el auto, el auto en el que nos estrellamos tan fuerte, fuerte como lo que me hiciste sentir, sentí que el viaje fue absurdo, absurdo como poder ver a los fantasmas bailando en sus mejores trapos violetas.

Los poetas malditos nunca mueren IVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora