La puerta de tu habitación dejó de hacer ruido desde que salimos de tu casa, no quiero dejar de abrazarte porque me asusta que vuelvas a escaparte, tu mano derecha acomodando mi cabello, tu sonrisa mostrándome lo lindo que puede ser el sol, miraste hacia arriba y la noche se había quedado sobre el cielo, me abrazaste una vez más, me besaste una vez más, diste un paso hacia atrás y la historia más ridícula estaba paseando por mi cabeza. Miré estrellas fugaces donde los demás veían a un chico solitario, tomaste mi mano, el viento inclinaba nuestras cabezas, una con la otra, no quería quedarme toda mi vida sin tenerte, así que nos dirigimos hacia donde nadie podría encontrarnos, no teníamos idea de qué hacíamos, pero cuidabas mis suspiros mientras me cargabas sobre tu espalda. Mantén los ojos cerrados, camina por los lugares menos poblados, no me iré a ningún lado, cariño, eso hacen los enamorados.
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Los poetas malditos nunca mueren IV
PoesiaLos poemas que te escribí son aquellas razones por las que viví, ahora que he escrito suficientes, me pregunto si algún día los leerás para mí...