Capítulo 2. Un nuevo ¿amigo?

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No lo pude creer, si bien no había amor en éste matrimonio, creí que por lo menos había respeto, pero me di cuenta que ni eso. Ésta mujer me hizo sufrir de la peor manera, padecí durante más de un año dolor insoportable, tuve completo descontrol sobre mi cuerpo, dependencia total hacia todo el mundo, conocidos y desconocidos, no podía comer por mí mismo, hasta mis últimos días no pude volver a sentirle el sabor a la comida por ser alimentado mediante un tubo. No podía mover mis piernas, necesitaba que me ayudaran para poder hacer mis necesidades y me bañaban tocando todo mi cuerpo, gente que ni siquiera me conocía, se los agradezco en el alma, se los permitía porque estaba resignado, pero quería poder hacer esas cosas yo mismo. Quería disfrutar de mi casa, de mi vida. Mi familia y mis amigos están desbastados y no sé como ayudarlos, temo que mi padre se haga daño. Y ella... ella aquí, festejando nuestro sufrimiento. Jamás la traté mal, jamás le fui infiel, jamás la lastimé, si bien no había amor, le di todo lo que pude, y muy tontamente, si no hubiera muerto, hoy, seguiría de la misma manera.

No merecía o mejor dicho, no merecíamos ésto.

Una ira indescriptible se apodera de mí. Todavía me cuesta comprenderlo, me cuesta comprender por qué me hizo ésto o más bien, estoy enojado conmigo mismo por no haberme dado cuenta antes, por disculparme cuando veía en su rostro el desprecio y el asco al atenderme y cuidarme porque yo no podía. Al dejarme solo cuando el dolor insoportable llegaba e irradiaba todo mi cuerpo al punto de dejarme a los gritos en posición fetal. No lo vi, no vi nada. Me acerqué a ese par, y les grité:

—¡¿Por qué? ¿Por qué me hicieron ésto?! ¿Por qué simplemente no me dejaste? - Pero ningún sonido llega a la habitación. Caigo arrodillado con los ojos llenos de lágrimas a su lado, observando como éste tipo mete las manos entre las piernas de mi esposa.

Me levanto de un salto, y es como si sentimientos de odio, bronca, furia, ira, sed de venganza, deseos de asesinar, de causar sufrimiento, el mismo dolor que yo padecí, entran en mí y me llenaran por completo yyyy, tengo que salir de aquí.

Con todos esos sentimientos invadiendo mi alma, voy hasta un acantilado que es mi lugar, donde siempre encontré paz, donde venía a reflexionar, un lugar al que por mucho tiempo extrañé añorando poder volver, pero nunca pensé que fuera de ésta manera. 

Me senté viendo la marea alta romper contra él, tratando de que vuelvan a resurgir los mismos sentimientos que me daba éste sitio mientras fui mortal, pero no pasó, sólo lloré por la traición que sentí. 

Lloré, grité, golpeé el suelo tratando de buscar consuelo, paz y tranquilidad en mi alma, pero ninguno llegó, al contrario, es como si todos los sentimientos que invadieron antes mi alma se incrementaran aún peor y no lo puedo evitar, siento que me estoy volviendo loco, podría lanzarme desde aquí para frenar todo ésto que siento, sin embargo, ¿de qué serviría? Si ya estoy muerto.

Me volteo para irme cuando entre la oscuridad veo como lo que parece ser un inmenso ave se acerca hasta mí transformando su cuerpo antes de aterrizar a mi lado. Éste se vuelve parecido al humano, pero con cuerpo de guerrero. Inmenso, de color rojo, con grandes cuernos, alas y una cola, no sé que es o si es otra alucinación de las que ya conozco, así que primero intento tocarlo y al darme cuenta que es real quiero alejarme, pero éste me detiene poniendo su mano en mi hombro:

— Espera, — me dice – no tengas miedo, no te haré daño. Me presento, mi nombre es Abaddon, – dice haciendo una reverencia – espero no importunarte en éste momento, veo que eres recién llegado y por lo visto necesitas un oído. Siento que pasan muchas cosas dentro de ti y puedo ayudarte, cuéntame que te trajo por aquí. — Dice cerrando sus alas, unas muy hermosas que yo no poseo. Sentándose en el mismo lugar que me encontraba yo, al borde del acantilado, mientras desconfiado lo observo desde lejos. No me inspira confianza por muy amable que sea, no deja de ser un desconocido para mí, sin contar que vino volando, así que niego con la cabeza alejándome a unos tres metros de él cerca de una gran roca. — Está bien, no hay problema, la confianza se gana, tú desde ahí y yo desde aquí. Desde ya te digo que tienes muchos sentimientos que se aprecian hasta aquí o mejor dicho, mucho más lejos y me han traído a ti. Sácalos todos, libérate, no estás solo, yo estoy aquí, libérate, me quedaré a tu lado, así como tú te quedaste a lado de tu familia, de tu padre, ahora me toca a mí. —

— ¿Cómo lo sabes? - pregunto.

— Porque te estoy acompañando desde que soltaste tu cuerpo para que no estés solo, quizás no te diste cuenta, pero creo que hoy fue un día demasiado fuerte. Un día de revelaciones, un día de mucha angustia, un día que considero, que no esperabas. — Luego de sus palabras, él se acerca hasta mí y empieza a empujarme.
— ¡¡¡Hey!!! ¡¿Qué te pasa?! ¡Ya déjame! - Continúa empujándome.
— Yyyy, ¿Qué vas a hacer? - dice, sigue empujándome haciéndome caer. Espera a que me levante y continúa empujándome, haciéndome sentir mucha rabia por lo que me canso, voy hasta él y comienzo a golpearlo. No se defiende, ni se inmuta, no trata de esquivarme, sólo me deja que lo golpee una y otra vez. Entre golpe y golpe en mi cabeza pasa un remolino de recuerdos de todo lo que pasé éste tiempo, todo lo que me hicieron, todo lo que sufrí, todo lo que no haré. No sé cuanto tiempo estuve golpeándolo, sólo sé que en un momento caí arrodillado a sus pies con mis manos tapando mi rostro, las cuales luego apoyo sobre la tierra gritando y llorando toda mi bronca hacia el inmenso mar que tengo frente a mí hasta que ya no me queda voz, hasta que ya no me quedan lágrimas, entonces Abaddon apoyando su mano en mi hombro, pregunta:

— ¿Te sientes mejor? - A lo que asiento – ¿Pudiste liberarte? - Afirmo. — Sé que el dolor tardará en irse, pero por lo menos por un momento, pudiste liberarte. 

Bástian, siéntate. — Vuelve a sentarse al borde del acantilado y entonces, más relajado, me siento junto a él.

— ¿Por qué? - Le digo en un hilo de voz, – No creo haber sido mala persona, nunca molesté a nadie, nunca lastimé a nadie, nunca me burlé o injurié a nadie, mi vida era mi trabajo, mi casa, mi familia y éste lugar ¿Por qué me hicieron ésto?

—No es algo que debieras preguntarme a mí, sino a él, – señala hacia arriba – digamos que yo no congenio mucho con él. Las religiones y las personas nos hacen culpables de todo cuando es el propio humano quien actúa y toma sus propias decisiones, nosotros no somos responsables, nosotros, de manera consciente, sólo no estuvimos de acuerdo con una monarquía. Con las reglas que nos impusieron y lo único que conseguimos fue ser desterrados e injuriados, muchos fuimos convertidos en monstruos, y somos el chivo expiatorio de todo lo que él permite que pase, como lo fue tu sufrimiento, el de tu familia y tu muerte. No puedo volver el tiempo atrás, no puedo hoy, darte vida. Hoy estás solo, ve alrededor de ti, - me enseña con la mano – hoy aquí, contigo, sólo me encuentro yo porque sé por lo que estás pasando, sé de esos sentimientos que están abrazados a tu alma en éste momento. Aunque no lo creas, somos muchos los que sufrimos como tú. Te ofrezco venir conmigo, con nosotros, te doy la oportunidad de que le hagas justicia a tu vida y a la de los tuyos, porque no estoy seguro de que lo haga él. — Dice señalando hacia arriba. — Hoy aquí, no tienes nada ni a nadie, puede que con nosotros encuentres lo que buscas. Te doy el día de hoy para que lo pienses, mañana vendré por tu respuesta. Tu bondad te llevó a ésto, quizás, estabas equivocado. — Me palmea la espalda. — Mañana a ésta hora estaré esperando aquí tu decisión.— Luego, despliega sus alas y se va.

BástianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora